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Tae aparcó en la universidad. Uno de los pocos sitios donde de momento, podíamos vernos, para ser honesta. Sobra decir que estaba prácticamente en arresto domiciliario después del espectáculo de la cena. Cuando volví a la mañana siguiente a mamá solo le faltó mandar que construyesen una torre para meterme dentro, a lo Rapunzel. O más bien, viendo el enfado que tenía, un calabozo sin ventanas.

Lo bueno es que Tae me había comentado que la construcción del hotel seguía en pie, por lo que su padre le había dicho, así que tenía una remota esperanza de que en algún momento de aquí a mi setenta y cinco cumpleaños, mi madre relajase su postura hacia mí.

Llevábamos unos minutos parados pero Tae no se bajó del coche, se quedó mirando el edificio. Yo me quité el cinturón dispuesta a salir del vehículo pero él me detuvo.

–Oye TN, quiero que me perdones, por favor –soltó de repente. Yo le miré confusa.

–¿Por qué? –pregunté.

Él respiró hondo antes de continuar.

–Por no haberte defendido en la universidad, con todo lo que ha pasado últimamente, cuando se metían contigo. Yo... pensé que era lo mejor pero creo que has sufrido más –dijo tragando saliva con dificultad.

Le cogí la mano y le miré con confianza, parecía sentirse muy culpable.

–No era tu responsabilidad hacerlo, Tae. Sé que te preocupas por mí, y seamos honestos, yo soy muy emocional y todo me afecta bastante –dije pensando en la de veces que seguramente me habría visto llorar a esas alturas–. Pero eso no quiere decir que no pueda defenderme por mí misma. De verdad –expliqué.


Los últimos días, desde la noche de la cena donde Lee perdió un coche y yo gané un novio, la situación con Tae era como una versión beta de lo que sería nuestra relación en el futuro. Una interminable sesión de tanteo en la que intentábamos discernir como debíamos funcionar, donde estaban nuestros límites. No era algo sencillo pero sí necesario. En su momento habíamos empezado la casa por el tejado y en terreno pantanoso así que ahora tocaba poner los cimientos con extremo cuidado.

Tae me dio un suave beso en la mano y finalmente nos bajamos del coche para entrar en Yonsei. Las vacaciones de fin de semestre ya habían empezado pero aquí siempre había una pequeña ceremonia informal para la entrega de notas al final de cada período de clases. Quería recogerlas y largarme.

Me apetecía estar tirada sin hacer nada, el semestre había sido devastador tanto a nivel de trabajo como en mi caso a nivel mental y lo cierto es que aunque ahora la cosa había mejorado, no me sentía recuperada del todo. Había decidido tomarme esas vacaciones para hacer absolutamente nada.

Cuando entramos vimos a Sana y los demás en el vestíbulo.


Aquello era otra herida que desinfectar. Desde que estaba con Tae, las cosas habían mejorado. Especialmente Jungkook se había alegrado de tenerme de vuelta. Sana también parecía alegre pero su personalidad era menos reveladora en cuanto a sentimientos se trataba, así que era más complicado de decir. Yo intentaba normalizar la situación todo lo posible pero con Yoongi las cosas no terminaban de ser normales del todo y yo sabía muy bien por qué. Lisa.

Era su pareja y Lisa seguía sin hablarme. Me evitaba todo lo que podía y, aunque no se quejaba cuando yo estaba por allí, tampoco me dirigía la palabra. Creo que Yoongi no se sentía igual pero no me hablaba demasiado por respeto a ella.


En cuanto a Félix, cuando estábamos todos juntos se quedaba allí, pero no los trataba como antes, parecía estar siempre enfadado.

EngañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora