Me levanté y me miré al espejo. Las ojeras me llegaban a las rodillas. No había dormido nada desde el mensaje de Tae. Una y otra vez lo había leído sin entender nada, como si estuviese escrito en otro idioma, uno que ni por asomo podía descifrar.
Hacía menos de doce horas estábamos uno en brazos del otro y ahora... ahora... Cerré los ojos para enjugar las lágrimas. De todo lo que me había pasado en las últimas semanas esto había sido lo peor. Como un disparo a quemarropa y por la espalda.
Tae no era mi novio y aún así, no es que me sintiese triste o deprimida. Estaba destrozada. Completamente destrozada.
Como un extra cutre de El amanecer de los muertos arrastré mis pies sin vida hasta la ducha. Me metí y dejé que el agua se llevase mis lágrimas. Cuando salí y fui a peinarme me di cuenta de que la ducha había sido una pobre solución a mi demacrado aspecto.
Tenía que sobreponerme como fuese. Iba a ver a Tae en la universidad y quedaba muy poco para empezar los exámenes. Me puse unos vaqueros, zapatillas y una sudadera ancha. Me recogí el pelo y me puse un poco de corrector de ojeras.
Aún se me notaban los ojos algo hinchados por la falta de sueño y el exceso de lloros, pero gracias al cielo la ducha y el corrector habían ayudado algo.
Respiré hondo y cogiendo mis cosas salí de casa, intentando no pensar en que el mundo era un lugar horrible que no valía la pena.
Cuando llegué a la universidad busqué a Félix con la mirada pero no le encontré, no debía de haber llegado o quizás estaba en alguna clase. Avancé con la misma energía que quién se acerca al cadalso y entré como un caballo de carreras, mirando hacia delante para no encontrarme con nadie. Aunque esto salió mal.
Tae estaba delante de la puerta de mi aula. Me había preparado mentalmente para esto pero la realidad fue mucho peor. Me miró y sus ojos me parecieron tristes. O quizá era solo lo que quería ver. Me acerqué para pasar pero en lugar de eso...
–¿Podemos hablar un momento? –le pregunté y sin esperar respuesta le cogí de la manga y tiré de él para irnos a un rincón del pasillo donde no hubiera nadie.
"¿QUÉ HACES, QUÉ HACES, QUÉ HACES?"
–TN, ya te dije que es mejor que no hablemos de momento –dijo intentando escabullirse. Su voz sonaba más apagada y menos segura que de costumbre.
Sujeté su cara entre mis dedos y le obligué a mirarme.
–¿Por qué Tae? ¿Por qué ahora? –pregunté ansiosa sin plantearme si realmente estaba preparada para encajar una respuesta.
–Te lo expliqué en el mensaje –se justificó él como un robot.
Hice una mueca cuando él dio un par de pasos hacia atrás librándose de mi contacto.
–Sé que pasa algo Tae, ¿Has cambiado de opinión sobre nosotros en doce horas? –pregunté herida.
–No hay ningún nosotros TN, esa es la cosa –sentenció él.
No podía creerlo. Entonces no había sido enajenación mental transitoria. Realmente quería que dejásemos de vernos. Sentí como si alguien me hubiese arrancado los pulmones y los hubiese lanzado muy lejos de mí.
Seguí mirándole, necesitaba que viese lo que me estaba haciendo.
–Pensé que ya habíamos superado esto –dije como buenamente pude antes de que se me rompiese la voz por completo –. Que podíamos hablar de lo que fuese como adultos. Que confiábamos el uno en el otro.
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Engaño
FanfictionTodo parecía estable y rutinario en mi vida hasta que conocí a un apuesto y sexy compañero de universidad que me envolvió en una vorágine de sexo y encuentros prohibidos. Ahora tengo que descubrir si esto es lo mejor que me ha pasado o si tú, Kim Ta...