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Me besó ferozmente, pasando su lengua por cada uno de los rincones de mi boca. Y yo le seguí. Tenía tantas ganas de él que le devolví el beso con las misma voracidad que un hombre perdido en el desierto bebe al fin de un oasis.

Rodeé su cadera con mis piernas y ese acercamiento hizo que notase la dureza de su miembro bajo su calzoncillo. Él me cambió de postura y se quedo sentado en el sofá conmigo encima, empezando a lamer mis pechos bajo el sujetador que aun llevaba. Aquello me excitó muchísimo, pero yo estaba desesperada por sentir su sabor, por darle placer, más placer del que nunca había dado a nadie así que me bajé de sus piernas y me arrodillé ante él.

Clavó sus ojos en mí, esperando. Observando cada uno de mis movimientos y yo, atrapada en su mirada, sin desviarla ni un centímetro me humedecí los labios y empecé con una mano a masajear su miembro por encima de su ropa interior. Él respiró profundamente y sujetó mi pelo con una de sus manos. Abrió un poco más las piernas y se recostó en el sofá echando su cabeza hacia atrás. Podía ver el triángulo que formaba su mentón y las venas de su cuello muy marcadas en esa posición.

Le desnudé completamente y él volvió a contemplarme mientras lo hacía. Su miembro duro y grande quedó al descubierto, a la altura de mi cara y muy despacio recorrí la punta de su glande con mi lengua metiéndolo ligeramente entre mis labios.

Tae se mordió el labio inferior y me sujetó la nuca con más fuerza.

–TN... –susurró–. No te atrevas a parar.

Yo sonreí y esta vez me metí su miembro en la boca más o menos hasta la mitad, lamiéndolo y moviendo mis labios y mi lengua arriba y abajo recorriendo cada centímetro de su extensión. Con una de mis manos empecé a masturbar la base y con la otra acaricié toda la parte baja.

Él respiraba entrecortadamente y yo podía notar en mi boca como su miembro se endurecía cada vez más. Lo liberé un momento y vi como el conocido líquido transparente y salado que indicaba lo caliente que ya estaba, empezaba a gotear.

No me detuve, volví a trazar círculos con mi lengua, cada vez más rápido y me lo metí todo lo dentro que pude. Relajé la garganta y empujé hasta que casi sentí una náusea pero estaba tan desesperada por este hombre, que me dio igual. Comencé a moverme adelante y atrás, dejando que me follara la boca.

–Joder TN... vas a hacer que me corra muy rápido si sigues así –le escuché decir con dificultad entre jadeos.

Ignoré su advertencia mientras continuaba chupando y levanté la mirada para que viese lo mucho que me gustaba comérmelo. Él me vio y con una de sus manos alcanzó mis pechos que comenzó a tocar. Me separé ligeramente, quería hacerle sufrir. Él se rio.

Su miembro palpitante estaba tan duro y grande que me llenaba toda la boca.

–TN... no aguanto más –suplicó.

Eso era lo que quería oír. Noté como él intentaba moverse fuera de mi boca y aflojaba la presión de mi nuca pero no le dejé. Lamí y chupé más rápido, más intenso, más profundo. Quería saborearlo hasta el final.

–TN...

Y se corrió. Se corrió tanto que parte de su líquido se deslizó directamente por mi garganta abajo mientras que el resto me llenó toda la lengua, goteando por una de mis comisuras. Su sabor era intenso, entre salado y amargo pero disfruté cada gota.

Él aún jadeaba y lentamente me saqué su miembro de la boca que aún no había empezado a bajarse de lo caliente que estaba. Tae me miró mientras yo tragaba todo el semen que aún tenía en mi lengua ante sus ojos y me limpiaba la comisura lamiéndome después el dedo.

–Delicioso –murmuré en un ronroneo provocador.

Me disponía a lamer lo poco de líquido que quedaba alrededor de su sexo pero él me sujetó con la fuerza de un titán.

–Ni hablar.

Se levantó, me cogió y cruzando la habitación me dejó sobre la cama. Como un animal furioso me quitó las bragas completamente empapadas y sin ningún tipo de aviso o preámbulo me metió su miembro hasta el fondo.

–Tae... –gemí de placer.

Estaba tan mojada que no me había dolido a pesar del tamaño de su miembro. Me penetró sin piedad una y otra vez.

Esta vez fue él quien se arrodilló ante mí y puso mis piernas sobre sus hombros. En aquella posición le resultaba muy fácil tocar el fondo de mi vagina y cada vez que lo hacía, un gemido se escapaba de entre mis labios. Algo que solo conseguía que él me penetrase con más fuerza. Notaba subir la temperatura de mi cuerpo y las estocadas eran tan brutales que mis pechos se salieron del sujetador sin necesidad de desabrocharlo.

Esto hizo que él bajase finalmente mis piernas y follándome más duro si es que eso era posible, se acercó para morder mis pezones arrancándome gritos de dolor y placer a partes iguales.

Había visto a Tae excitado muchas veces pero hoy estaba alcanzando límites insospechados. En aquel momento era más bestia que hombre.

Se detuvo un momento y sin ninguna dificultad me giró haciendo que mi cara quedase contra la almohada. Me mordió el culo y luego pasó su mano por mi bajo vientre empujando hacia arriba, haciendo así que yo quedase a cuatro patas.

Volvió a metérmela y a esas alturas yo estaba tan caliente que supe que no tardaría en correrme. Me incorporé para notar su espalda sobre la mía, para que siguiese follándome y con mi brazo me agarré a su nuca.

Ahora estábamos los dos de rodillas, completamente pegados nuestros cuerpos, y él aprovechó la vulnerabilidad de mi posición para estimular mi clítoris mientras me follaba. Su cara tenía una sonrisa en el rostro y me besó el cuello. Con nuestras caras pegadas le miré.

–Tae... voy a llegar –dije agitada.

Él se lamió la mano y volvió a estimular mi clítoris dándome además unas embestidas finales.

Y mi cuerpo liberó por fin toda la tensión acumulada en un brutal orgasmo que se extendió desde mi sexo hasta mi estómago, notando la corriente eléctrica fluir hasta mis extremidades. No supe a que volumen estaba gimiendo, pero su cara estaba tan pegada a la mía en aquella postura que por un momento temí dejarle sordo.

Escuché como se reía.

–Sigue corriéndote para mí, no pares... quiero oír lo bien que te hago sentir –escuché su grave voz como terciopelo en mi oído.

Aquello hizo que me excitase más y por tanto incrementó la intensidad de los últimos segundos de orgasmo.

Mi vientre subía y bajaba incontroladamente y la sensación de satisfacción era tan plena y saturaba tanto mis sentidos que ya apenas notaba su miembro en mi cuerpo a pesar de que no había dejado de metérmelo en ningún momento. O tal vez era porque estaba tan empapada que mi propio flujo goteaba por el interior de mis muslos.

Estaba tan relajada que me habría dejado caer allí mismo pero no me moví. No hasta que él se corriese por segunda vez.

No tuve que esperar demasiado. Pronto noté como él me daba la vuelta y me tumbaba sobre la cama. Me besaba mientras incrementaba el ritmo. Tan rápido entraba y salía que por un momento me sentí arder. Entonces salió y con ayuda de su mano derramó todo su líquido blanco sobre mis tetas con un intenso gemido de placer.

Dejó caer su cuerpo sobre el mío, mezclándose así todos nuestros fluidos. Apartó un poco el pelo revuelto de mi cara y me besó suavemente. 

EngañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora