La vida es muerte

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Hubo algo dentro de mi
que me dijo que no lo hiciera

Pero entonces, una vez más las cosas
que amaba se me arrebataron, y me cegué.

Lastimé personas Gaara.

Te lastimé.

✎⸝⸝⸝⸝⸝⸝⸝⸝⸝⸝⸝⸝⸝⸝⸝

-¡Basta!- grité entrando a su habitación, como una adolescente hormonal, porque a veces, olvidaba que eso éramos- ¿¡En que estabas pensando!?

Adolescentes, vendado aún en su cintura y brazos, me miró con calma.

Observé la carpeta en mis manos.

>>¡Eres Gaara del Desierto, tu no peleas cuerpo a cuerpo!- grité- ¡Tú!, ¡Usas arena!.

Rodó los ojos sin dirigirme una sola palabra, sabía que estaba enfadado porque yo no había intentado sobreponerme a los mandatos que siempre ignoré.

Debió ser frustrante saber que no fui en su busqueda, incluso tras mi obvia preocupación por su cuidado, no haber estado allí, debió haber sido una traición indirecta.

-Callate.

-Estaba siguiendo órdenes- aclaré al instante, intentando convencerme de que no intervenir había sido la decisión correcta- Ya no puedo seguir metiendo en problemas a todos por mi culpa.

-Eres una cobarde.

Lo era, ¿realmente había algún problema con eso?, me gustaba ser una cobarde, escapar de vez en cuando, y olvidarme de que teníamos horribles cosas que hacer.

>>¡Me dejaste solo!.

Estallé también.

-¡No era mi responsabilidad!

Expliqué, enojada, sentía lástima por esa chica pero no era mi responsabilidad, mi responsabilodad era la aldea, Gaara era la protección de Sunagakure y si asegurar la protección de Gaara significaba sacrificarla.

>>¡Yo no soy una especie de caja en la que metes todo lo que no te gusta sentir!.

No hubiese podido hacerlo, sacrificar a una chica, por él, para mi, a veces aún era el monstruo que decía ser, pero incluso siéndolo, incluso así, sabiendo que me negaba a tener las manos con sangre.

Ya las había ensuciado demasiadas veces.

El mundo nos había obligado a llenarnos las manos de heridas, de tierra, de callos y de sudor.

-No eres.

Pero no era mi culpa, cientos morían al año, muchos conocidos, madres, hijas, hijos, padres y amigos, que no volverían por proteger a su gente, por darles una oportunidad, para que los demás vivan un día más.

No podíamos.

-¡Pasaste una mala etapa, de muchos malditos años!- quizá la niebla de todo lo que pasaba había humedecido mis ojos, la primera lágrima cayó cuando él dio un paso- ¡Pero no eres el único que la pasó mal!.

No eres un heroeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora