Tenías razón

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Washi te adoró como no había
adorado a nadie en su vida

Y te deseó con su más profundo ser,
a veces me pregunto si yo podría servir así
de fielmente, como un ciervo solo por
mi propio deseo.

Tu serviste a Konoha.

Yo quise servir a Rasa y terminé
proclamando entregar mi vida por su hijo.

❖ ◦ ❁ ◦ ❖

-Nunca esperé irme tanto tiempo- aseguró con verguenza, otro golpe en la cabeza, se mantuvo quieta, solo era un diario enrrollado, realmente no le lastimaba mucho- Lo siento mucho.

-¡Me tenías muy preocupado, no debes tener ni un solo yen!, ¿¡Quien te crees que eres para escaparte así mocosa irresponsable!?.

Sonrió, estaba en todo su derecho de estar enojado, no se había despedido siquiera.

Pero parecía feliz de haberle visto entrar, botando su vaso con jugo y casi llevandola a rastras hasta su casa en completo silencio, donde su mujer los recibió con sorpresa.

-Lo siento.

Los brazos de la mujer la envolvieron.

Quizá, si que había tenido una familia en Suna todo ese tiempo, simplemente no lo había visto.

Había vendado sus ojos por voluntad propia.

Porque el dolor de no tener a nadie a quien llamar mamá, era mucho mas grande que la felicidad momentanea que ofrecían las personas a las que quería, y que la querían.

-¿Donde estuviste?, todos estaban muy preocupados por ti- la abrazó de regreso, cálido, fuerte, era muy extraño tener dos familias.

Pero de alguna forma se sentía correcto.

-Conocí muchos lugares y encontré a personas que creí haber perdido para siempre- La dama hizo levantarse, y la llevó a rastras hasta la cocina, cayó en una silla y tras solo una vuelta tres tazas de té decoraban el lugar.

¿Así se sentía la vida fuera de ser un shinobi?.

>>Lamento no haber regresado.

La mano del viejo se apoyó en su hombro, sus ojos llenos de lagrimas, quiza eso habían sentido, Amaya nunca notó realmente, que su historia tenía dos versiones, los hijos que pierden a sus padres y los padres que pierden a sus niños, la envolvió con fuerza en otro abrazo.

-Estas aquí ahora, es lo importante- el hombre la separó con una sonrisa enorme, y una sensación cálida se posó en su pecho.

Se preguntó si realmente sabía lo que era una familia, si los Nakamura entendían la diferencia entre la pequeña Rikko que se perdió en el incendio y la Amaya que tenía las manos con sangre.

En el fondo no quería saber, no estaba lista para eso, pero no era igual, no se sentía así, era irremediablemente diferente y quizá nunca podría sentirse así de cómoda junto a Washi.

Sonrió de regreso, aquellos ancianos habían confiado en que ella volvería, y el destino les había regalado aquello una vez, el mundo, con sus encrucijadas rebeldes e inexplicables, tras todo lo que el mundo conlleva.

No eres un heroeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora