S i e t e

43 8 0
                                    


S i e t e : L a  H i s t o r i a  D e L a s  R a n a s

Charlie lleva una hora contándole a Owen una anécdota que sucedió hace unos cinco años. No la está contando bien y ni siquiera tiene sentido lo que está diciendo. Incluso es algo asqueroso, honestamente, me perdió cuando mencionó ranas y lo benéfica que es su baba.

Mi cara estupefacta no puede dejar de posar la mirada en el castaño que habla más y más y más.

Dios de verdad no sé de dónde sale tanto, le diste mucha imaginación al chico.

La cosa se pone más extraña cuando Charlie finge que besa su mano y Owen intenta imitar su mímica, parece que ni siquiera recuerdan que estoy aquí. Me siento intrusa en su casa cada vez que hacen esto.

La lengua de ambos chicos se mueve de arriba a abajo en rápidos movimientos y yo sigo idiotizada. Mi ceño se frunce cada vez más y mis dedos están sobre mis labios hundiéndose tanto que mis uñas me lastiman, hasta llego a enterrar mi codo en la pierna. El problema es que no puedo dejar de ver la escena más extraña del mundo. Es casi adictivo.

Charlie se ríe de Owen y su lengua que hasta ahora no estoy segura de que sea extraña como afirma mi mejor amigo. Les sigo la corriente porque están en esos cinco minutos Owen-Charlie en los que solo ellos se entienden y de hecho ni siquiera quieren escuchar mi respuesta. Le envío un mensaje a Jeremy.

"¿En qué momento esto se pone incómodo como para irme?"

Agrego un corto video de la escena de los chicos, el pelinegro lee el mensaje en seguida.

"Debiste salir de ahí hace unos cinco minutos, ahora es muy tarde..."

Temo que la predicción de Jeremy sea real, prefiero fingir que no es así y decido prestar un poco más de atención a la conversación para escuchar la historia que está cada vez más enredada.

No sé de dónde sacó esta historia el castaño. De verdad no recuerdo haber escuchado esto antes, sigo escuchando la historia o al menos parte de ella. Me reacomodo recargándome ahora en la mano izquierda con mi índice sujetando mi cabeza y mi pulgar acariciando la oreja. Una vieja costumbre que me ha dejado papá. Llego a mi límite cuando Charlie me menciona en la historia.

—Y entonces imagina a Neft con diez o quince centímetros menos y una pierna enyesada intentando tomar el pan mohoso de la alacena, se sube a la silla donde yo había estado solo unos minutos antes y... —Charlie hace un sonido chocando las manos y sacándome de concentración, por instinto me alejo de ellos. Owen niega y Charlie asiente. —Así que al bajar la chica mete su pie adivina en dónde.

—En la cubeta llena de baba de ranas. —Owen dice emocionado, no noto nada de asco en su cara, nada.

—Exacto. —Charlie le da la razón señalándolo con la palma de sus manos

—¿Nunca supo que era baba de rana?

—No, no tenía idea. —Me mira con vergüenza y pesar. —Hasta ahora.

Los hilos comienzan a conectarse en mi cabeza de la vez que fui al parque a recolectar plantas porque estaba en mi etapa de dibujar hojas de árboles para aprender a distinguirlos, cosa que por cierto, no funcionó. Charlie no podía acompañarme porque estaba enfermo de gripa y su mamá le prohibió acompañarme, así que el resto de la historia no la conozco por eso o eso creo. Lo que sí recuerdo es que por querer hacer todo yo sola me subí a un árbol y caí rompiéndome la pierna.

El perfume de tu piel (Owen Joyner) (FINALIZADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora