D i e c i s i e t e

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D i e c i s i e t e : L a  D i s c u l p a.

El corazón me late fuerte, lo siento en la garganta, en la cabeza y la parte que más resiente mis nervios es mi mejilla interna que no he dejado de morder desde que Owen se fue.

Charlie está sentado frente a mí. No estamos en el comedor como lo haríamos normalmente. Nos sentamos en la terraza para comer, no hay mesas, no hay sillas. Todo lo informal que pudimos ser, lo fuimos.

Charlie solo usa un short y una gorra, está descalza igual que yo que me quité los zapatos así como entré por costumbre, pero esta vez no me siento tan cómoda. De pronto siento que mis jeans me ahogan y no sé si es porque estoy engordando o porque me hincho por el calor. Ninguna de las dos opciones me parece favorable.

Ninguno de los dos ha dicho nada por largos minutos, solo escucho sus cubiertos chocar con los platos. El suplicio de nuestra inminente charla se siente hasta en la forma en que nos metemos el pastel a la boca.

Maldita sea. O bendita. ¿Charlie siempre ha cocinado así de bien?

Si lo digo en voz alta podría ser una forma muy buena de romper el silencio y estoy decidida a hacerlo, pero cuando respiro para hablar y noto la forma en la que me ve, me acobardo. Y el silencio reina de nuevo.

Tres veces son las que me levanto para repetir ración de comida y esas son las mismas tres veces que Charlie me ha visto alarmado pensando que me iré de su casa, es casi doloroso y ridículo. Comienzo a cansarme de la situación, voy por lo que me prometo será mi última ración y cuando regreso el castaño sigue ahí, solo esperándome.

—Escribí una canción con Madison. —Su voz suena pastosa, señal de que no la ha usado por un largo rato. —Y entré por primera vez a un estudio de grabación.

—Eso es genial Charles, ya quiero que todo el mundo escuche lo gloriosa que es tu voz. Debe ser una canción hermosa. —Charlie y asiente y me da las gracias en un suave susurro. Aprieto mis labios decidiendo que decir. Pensé que todo sería más fácil, pero parece que nos quedamos sin palabras de nuevo. Ya no sé qué hacer o decir y él no dice nada. —Charlie ¿qué estamos haciendo? No se siente bien y no quiero forzarlo, ¿quieres que nos veamos luego? Estoy dispuesta a esperar si no te sientes cómodo hablando ahora.

Todo parecía más fácil cuando Carolynn estaba dándome consejos.
Me levanto de la terraza con las lágrimas a punto de salir, quiero gritar de frustración porque no tengo idea de cómo comenzar la conversación. Porque no me siento valiente aun cuando toda la semana me dije que estaba lista para hablarlo con él.

Llego a la puerta principal, tomo mis zapatos y veo que los últimos que dejé están ahí. Alguno de los dos chicos los lavó y los dejó en una cajonera que compraron para mi cuando llegué. Decido ignorarlos una vez más y tomo aquellos con los que llegué.

Termino de arreglar mis zapatos y estoy pidiendo un Uber de nuevo. Siento que la historia se repite, pero esta vez no estoy furiosa, solo triste. Abro la puerta con pena y antes de escuchar el golpe que la cierra la mano de Charlie la detiene.

—Por favor, no te vayas otra vez. Sí quiero hablar es solo que no sé cómo empezar ¿tú quieres hablar? —Asiento llorando. — Bien, solo necesitamos saber expresarnos mejor. Prometo que diré todo lo que siento y que intentaré no decir cosas sin pensar.

—Prometo que no me iré y dejaré de huir de las situaciones incómodas. —Nos sonreímos con tristeza aceptando los términos que acabamos de establecer. —Tenías razón, fui egoísta, tal vez aún lo soy. Lastimé a Mark y Jay y no me importó, pero lo que fue peor también te lastimé a ti y nunca pedí perdón.

El perfume de tu piel (Owen Joyner) (FINALIZADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora