𝓔𝓵 𝓻𝓮𝓬𝓸𝓻𝓻𝓲𝓭𝓸 𝓹𝓸𝓻 𝓵𝓪 𝓶𝓪𝓷𝓼𝓲𝓸́𝓷

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〘 _____ Lebarde 〙

Tal y como me lo sugirió, fui a explorar la casa. Salí de la habitación y al ver las escaleras, mi impulso de bajar corriendo como lo hacía en mi casa fue grande.

— ¡Niña! —me gritó una voz femenina que me hizo parar de inmediato—. ¿No te han dicho que no se corre cuando bajas las escaleras?

Volteé a verla, era una mujer mayor, como tal vez con unas cinco décadas encima, alta y delgada, con cabello castaño que tenía varios mechones de canas y un rostro con arrugas. Parecía una mujer severa, llevaba puesto un vestido largo que la hacían parecer una mujer con porte.

—Lo lamento —dije con un suave sonrojo de vergüenza en mis mejillas al oírla reprenderme—, es sólo que...

—Nada, una señorita no baja corriendo como alma que lleva el diablo las escaleras, ¿Qué prisa tiene?

—Henrietta, por favor —pidió la mucama bajando las escaleras—, no la reprenda. Mírela, sólo está emocionada, usted también fue joven.

—Pero no me comporté jamás de una manera tan desenfrenada —reclamó la mujer regañona—, supongo que es usted la señorita Lebarde, ¿No es así?

—Sí, señora —respondí mirando como mi "abogada" bajaba con una canasta llena de ropa sucia en dirección a un cuarto que supuse era el de lavandería.

—Soy Henrietta Meyer —se presentó—, la nana del joven Thomas desde que tenía cinco años. El señor Holland avisó de su llegada, también dijo que necesitaba a una tutora para no poner este lugar de cabeza y veo que no se equivocaba —dijo mirándome con severidad. Esta mujer de lejos daba miedo—, estoy aquí para a parte de ayudar al joven Thomas en lo que necesite, instruirla a usted para que no vuelva esta casa un caos. Sígame.

—Sí... —no quise reclamar nada, esta mujer a simple vista emanaba un carácter dominante.

Ahora entendía de dónde era que Thomas había sacado la idea de poner reglas por todo. Ahora me daba lástima, supuse que seguro su educación había sido en extremo estricta.

Seguí a Henrietta por uno de los corredores de la casa.

—De acuerdo, esta casa contiene varias habitaciones. La sala, la cocina, el comedor, las alcobas, cuatro baños y recientemente una sala de estar con piano. El joven Thomas la mandó a preparar para usted. Dijo que le gusta la música, supongo que quería se sintiera cómoda en este lugar.

— ¿En serio? —pregunté con cierta sorpresa—, ¿Hace cuánto preparaba esto?

—Desde que supo que se casaría. El joven Thomas es muy pertinente con sus deberes por hacer. Siempre siendo puntual en todo.

Sólo asentí, seguí el camino con ella hasta llegar a aquella sala. Era amplia, un color beige en las paredes con detalles dorados y un enorme piano en el centro, en otra esquina había un estante de pinturas junto a un tripié con lienzos y una pequeña biblioteca llena de obras literarias de todo tipo.

Sabía que no debía correr, pero el lugar era precioso. Terminé yendo directo al piano para tocarlo, era de caoba y teclas de mármol.

— ¡Esto es fantástico! —exclamé mirando a Henrietta que seguía con un rostro de seriedad pero ante mis palabras esbozó una sonrisa apenas visible.

𝓜𝓪𝓯𝓲𝓪 (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora