𝓤𝓷𝓪 𝓸𝓹𝓸𝓻𝓽𝓾𝓷𝓲𝓭𝓪𝓭 𝓹𝓪𝓻𝓪 𝓛𝓮𝓫𝓪𝓻𝓭𝓮

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_____ Lebarde

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Ya eran las diez y media de la noche y Tom aún no regresaba a casa. Yo estaba en nuestra habitación leyendo un libro recostada en el sofá de suelo que teníamos frente a la cama mientras Tessa estaba en la alfombra jugando con uno de los juguetes que Bobbi le había comprado en la mañana. Estaba en la parte más entretenida de mi libro cuando escuché mi celular sonar avisando de una llamada a lo que Tessa comenzó a dar pequeños chillidos.

—Ya, ya, es sólo el celular —hablaba con ella como si me entendiera—, seguro es papá —miré el registro en la pantalla y se trataba de mi padre—. Bueno, no el tuyo, sino el mío. Qué raro que nos llame a esta hora, ¿qué querrá a las cuatro de la mañana? —Tuve que contestar al creer que era algo urgente—. ¿Hola?

—Hola, cariño —me saludó con un tono de voz muy alegre—. ¿Te desperté?

—No, estaba leyendo justo ahora en lo que espero que Tom llegue a casa, descuida. ¿Ocurre algo? Deben ser las cuatro de la mañana allá...

—Oh, tú sabes, problemas de insomnio —pero pareció ni siquiera darle importancia—. ¿Cómo les fue con la mudanza? ¿Te gusta América?

—Bueno, no hemos tenido mucho tiempo de conocer el lugar pero lo poco que he visto lo es —afirmé con una pequeña sonrisa—, pero extraño estar en casa, aquí todo es nuevo. Apenas fuimos a casa de Robert y su esposa por una fiesta de bienvenida que nos organizaron, son un encanto.

—Me alegra que estés teniendo unos buenos días en ese lugar, cielo. No ha pasado ni un mes y ya te echamos de menos por aquí.

Esta vez vi a Tessa acercarse al sofá y tratar de levantar una de sus patitas así que la subí con cuidado para que pudiera acostarse a mi lado en lo que seguí meciendo mis pies al aire recargados sobre el brazo del sofá.

—Oh, yo también los extraño. Es aburrido no tener el pretexto de ir a visitarlos para salir de casa —solté una pequeña risa—. Bueno, creo que mi nuevo pretexto es visitar galerías de arte. 

— ¿Cómo están Maximo y Bobbi?

—Oh están bien, siendo Maximo y Bobbi —mencioné—, no vamos ni una semana y ya Tom está harto de ambos pero no puede despedirlos porque aunque no lo diga yo sé que les tiene aprecio, muy muy muy en el fondo de la roca que tiene en el pecho en vez de corazón. —Esta vez escuché a mi padre reírse ante mi comentario.

—Habrás querido decir que no los corre porque inmediatamente le harías un drama exigiendo que los contrate de vuelta o dejarás de respirar si no te cumple el capricho.

— ¿Qué? No, no, no. Claro que no.

—Véndele el cuento a alguien que no te conozca, cariño. No me lo creo yo.

—Bueno, sea la razón que tenga para no correrlos es buena —mencioné al final—. ¿Cómo está Tinny y mamá? —Aunque la idea de preguntar por cómo se encontraba mi madre me generaba un nudo en el estómago después de nuestra última discusión antes de irme.

—Ah, están bien —aseguró, lo escuché tomar del otro lado de la línea, seguro estaba en su oficina bebiendo—. Tinny debe viajar a América por un asunto con uno de sus clientes así que seguramente vaya a visitarte y tu madre está bien, no quiere salir pero es porque ha comenzado con síntomas de gripe.

𝓜𝓪𝓯𝓲𝓪 (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora