𝓤𝓷𝓪 𝓻𝓮𝓬𝓸𝓷𝓬𝓲𝓵𝓲𝓪𝓬𝓲𝓸́𝓷

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_____ Lebarde

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El alarma del despertador sonó. Al ver la hora noté que eran las nueve en punto de la mañana. Muy a mi pesar me incorporé en la cama para frotarme los ojos con las manos antes de dar un bostezo largo y proseguir por ir a la ducha para tomar un baño antes de salir de mi habitación. Me puse una pijama color azul cielo porque no tenía intención de salir ni de recibir visitas, después de secarme el cabello lo até en una coleta y fui a cambiar el periódico de Tessa y a alimentarla para bajar con ella a la planta baja.

Henrietta estaba con Dalia cortando los tallos de las flores que habían ido a comprar al mercado para ponerlas en los respectivos jarrones repartidos por toda la planta baja. La primera en verme como siempre fue Henrietta.

—Buenos días, niña —me saludó—. ¿Va a desayunar?

—Buenos días, Henrietta. Hola, Dalia —saludé a la otra mujer que apenas escuchó el saludo de la nana de Tom volteó a verme—. Por favor, estoy que muero de hambre. ¿Bobbi dónde está?

—Debe encontrarse en el jardín, lo vi salir hace un rato —mencionó Dalia—. ¿Lo requiere para algún mandado?

—No, no te preocupes, gracias. —Les dediqué una sonrisa a ambas y fui en dirección al jardín.

Tal y como habían mencionado ambas mujeres Bobbi se encontraba en el jardín desayunando su café junto a unas donas. Al verme rápidamente dejó el diario sobre la mesa y se levantó sacudiéndose las migajas impregnadas sobre su camisa blanca.

—Señorita Holland —me saludó—. Buen día, ¿qué necesita?

—Es la hora de salir de Tessa —mencioné entregándole a mi pequeña cachorra—. Cuida que haga sus necesidades aquí afuera y juega con ella un rato, ¿de acuerdo? Voy a desayunar y no quiero dejarla sola. Los trabajadores no tardan en llegar, estás a cargo, hoy seguirán con la instalación de la fuente y la colocación de la loseta en el pasillo.

—Oh, sí, sí, claro —Bobbi tomó a Tessa en brazos y la miró un momento en lo que yo volví a entrar a casa—. Desayune tranquila, yo me hago cargo.

—Gracias, Bobbi —estaba a nada de entrar a la casa pero de nuevo volteé a verlo—. Por cierto, ¿Maximo no se ha comunicado contigo?

— ¿Maximo? No, no se ha comunicado conmigo. ¿Pasó algo?

—No, no realmente pero necesito que me hagas otro favor.

—Ajá... —Esta vez sonaba desconfiado—. ¿Y de qué se trata esta vez, señorita?

𝓜𝓪𝓯𝓲𝓪 (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora