𝓛𝓪 𝓯𝓲𝓮𝓼𝓽𝓪

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〘 Thomas Holland 〙

El día del cumpleaños de Candace llegó más pronto de lo que había esperado. Esa tarde estaba en la habitación terminando de alistarme para la fiesta en casa de la novia de Hazz.

Ya le había mandado un mensaje a Sam para decirle que iría a recogerlo en cuanto me fuera posible y él había respondido que me esperaría.

Me miré una vez más al espejo en lo que terminaba de peinar mi cabello.

Había optado por vestirme con un pantalón slim fit negro, unos zapatos tipo bota en color blanco y una camisa blanca con rayas verticales negras y amarillas. Terminé de ponerme mi loción y tomé mi celular junto con las llaves del mercedes azabache.

Salí de la habitación, escuché en el pasillo cómo _____ estaba tocando el piano. Estaba seguro que no saldría de esa habitación un par de horas. Fui a mi oficina y tomé la invitación con las dos entradas. Nuevamente salí y me dirigí a las escaleras.

Leandro hablaba por teléfono cuando bajé, pude escuchar un poco de su charla con la persona al otro lado de la línea.

—Claro que sí, sólo permítame unos minutos. Iré a llevarle el teléfono a la señorita Lebarde —Leandro me miró y cubrió la bocina entonces—, oh, jóven Thomas. Qué bueno que está aquí. El señor Lebarde llamó buscando a la señorita, ¿qué le digo?

— ¿Qué le dijiste?

—Que iba a ir a buscarla.

—Pues llévale el teléfono —afirmé—, mi padre dijo que era buena idea que hablaran con ella para saber que todo estaba bien. Hazlo.

—Enseguida, jóven Thomas —accedió Leandro pero no se fue, sólo me miró—. ¿Saldrá?

—Sí, regresaré por la noche. Si preguntan, fui al cumpleaños de Candace.

—Claro que sí, que le vaya bien.

Salí de casa por fin y tomé mi vehículo para ir en dirección a la casa de mis padres por mi hermano antes de irnos a la fiesta en aquél club que había alquilado Hazz para el cumpleaños de su novia.

〘 _____ Lebarde 〙

Estaba en la habitación del piano, tocando desde hace diez minutos mientras Henrietta estaba en uno de los sofás leyendo un libro. Era uno de esos días en los que ella parecía no querer discutir ni reprenderme de nada. Y realmente estos eran mis días favoritos, cuando ella no estaba gritándome todo el tiempo.

Tocaron a la puerta, giré un poco mi cabeza pero no dejé de tocar las teclas del piano cuando vi a Leandro.

—Señorita Lebarde, es para usted —me comentó entregándome el teléfono.

— ¿Quién es, Leandro? —le preguntó Henrietta entonces.

—El señor Lebarde, insistió en querer hablar con usted.

—Pásamelo, pásamelo —le pedí levantándome aprisa del banco y tomando el teléfono de entre sus manos para ponerlo cerca de mi oído—, ¿hola?

—Hola, cariño —esa era la voz de papá. Sonreí aliviada al escucharlo hablar con tanta felicidad—, ¿cómo te encuentras?

—Muy bien, no puedo quejarme realmente. ¿Sabes que aquí tengo un piano? Es precioso —le conté—, deberías verlo, estoy enamorada de este enorme pedazo de madera cantarín.

𝓜𝓪𝓯𝓲𝓪 (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora