𝓒𝓸𝓷𝓼𝓽𝓪𝓷𝓽𝓮 𝓮𝓼𝓽𝓻𝓮́𝓼

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_____ Lebarde

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Me acerqué a la puerta del estudio de Thomas para escuchar qué era de lo que estaban hablando entre él y su investigador privado.

—Será suficiente —hablaba mi marido—. Recuerda crear copias acerca de la información recolectada. Entraré a su modo de juego con todo esto.

—Oh, y otra cosa —mencionó ese hombre quedando unos segundos en silencio—. Esos son todos los hackers con copias acerca de la información robada de los informes policiales y gente de confianza a la cual Luther Venier pudo encargarles resguardar la información para sacarla a la luz.

—Y con esto es más que suficiente para acabar con este asunto antes del viaje a América. ¿Quieres el pago en efectivo o transferencia, Alwet?

Al escuchar movimiento en el interior de la oficina me apresuré a ir a mi habitación y fingir que no sabía nada de lo que estaba ocurriendo. Fui hasta donde Tessa se encontraba, me encargué de cambiar su periódico y prepararle su alimento de la tarde, estaba dormitando cuando me acerqué a verla, por inercia sonreí un poco y acaricié su cabecita, volví a acomodar las franelas alrededor de ella para que se sintiera en compañía y calientita.

—Ya vamos a comer, Tessa. —Le hablaba a la pequeña mientras me sentaba a su lado ya con la jeringa llena.

La tomé con mi mano procurando no lastima y comencé a darle la leche de soya preprada. Escuché que la puerta se abrió y supuse que se trataba de Thomas.

Lo miré de reojo un momento para luego prestar toda mi atención de nuevo a la pequeña Tessa.

—Y papá acaba de entrar —le hablé de nuevo a Tessa—. Y con suerte ya no deba salir para quedarse con nosotras, Tessa.

—No lo creo —contestó y cerró la puerta detrás suyo—. Iré a casa de tus padres para tratar los últimos convenios con tu padre, muñeca —volteé  verlo, se sentó en la orilla de la cama mirándome alimentar a Tessa—. ¿Les fue bien?

—Claro —afirmé dejando a Tessa descansar cuando acabé de darle su alimento y fui a la cama con él—. Jugué con los niños del lugar, les gané en Stop.

— ¿Sí? Qué bien. Algo así supuse cuando Henrietta mencionó que fuiste la que más disfrutó ese almuerzo.

Thomas se acostó boca arriba en la cama mirando el techo y yo aproveché para acostarme a su lado dejando mi cabeza sobre su pecho y mi mano sobre su abdomen.

— ¿Me trajiste mis chocolates? —pregunté elevando un poco mi rostro para verlo a la cara.

Lo vio cerrar los ojos y llevarse su mano a la cara emitiendo un sonido de queja.

—No —y me separé un instante para verlo mejor—, se me olvidó por completo.

—Tom...

—Lo siento, muñeca.

Resignada esbocé una sonrisa forzada y me encogí de hombros.

—No importa, creo que no tenía muchas ganas de chocolates de todas formas.

— ¿Estás segura? Podría mandar a Maximo y Bobbi a comprarte chocolates si lo prefieres. —Él se incorporó a la cama un poco, lo suficiente para acercarse a mis labios y besarme.

𝓜𝓪𝓯𝓲𝓪 (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora