𝓔𝓵 𝓪𝓵𝓶𝓾𝓮𝓻𝔃𝓸 𝓬𝓸𝓷 𝓵𝓸𝓼 𝓲𝓷𝓿𝓮𝓻𝓼𝓲𝓸𝓷𝓲𝓼𝓽𝓪𝓼

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〘 Thomas Holland 〙

Bajé después de un rato cuando terminé de vestirme con un traje en color gris de tela cuadrille. Me dirigí a la sala y ahí estaba ella, sentada en uno de los sofás en completo silencio jugando con sus manos. Parecía inmersa en sus emociones.

— ¿Lista? —le pregunté.

Ella volteó rápidamente a verme, la miré sonreír entonces.

—Claro, estoy lista —afirmó cuando se levantó y caminó hacia donde yo estaba para tomar mi brazo.

Los dos caminamos en dirección a la salida. Oliver ya nos esperaba así que primero dejé que ella entrara para después hacer lo mismo yo. Una vez los dos en el interior del coche, Oliver partió hacia el restaurante donde los inversionistas y yo nos veríamos.

—Evita llamar la atención, ¿de acuerdo? No hables, y si te preguntan algo, responde lo estrictamente necesario.

— ¿Y qué es lo estrictamente necesario? —me miró confundida en lo que jugaba con abrochar y desabrochar el cinturón de seguridad.

—Si preguntan tu nombre, hace cuánto nos casamos, cosas así. Nada de dar direcciones, ni datos de ninguna clase, ni la edad, ni dónde vives ni de tu familia. Aún no sabemos exactamente quiénes sean y qué quieran, ¿de acuerdo?

—No prometo mucho, a veces la información me sale de la nada, ¿cómo se supone que voy a callarme?

—Entonces no los veas a los ojos y dedícate a comer lo que sea que te sirvan, ¿sí?

—Si es lo que necesitas, lo intentaré. Pero hablo mucho, deberás sacar alguna buena distracción para evitarme hablar.

—Necesitaré un milagro para que no hables.

—Y yo no planeo cambiar mi voz por nada, Thomas.

— ¿Qué?

—Sí, tú sabes, "Úrsula"...

La miré por un momento. ¿De qué diablos hablaba ahora?

—Creo que se refiere a la película de "La sirenita", jóven Thomas.

— ¿Ves? Gracias, Oliver. Tú sí me entiendes.

—Te miro y pienso en qué demonios hice para merecer esto de oírte hablar sobre películas de princesas.

—Algo muy malo, seguramente —respondió antes de seguir mirando el camino—, me gusta la idea de ser una princesa de Disney.

— ¿Una princesa de Disney?

—Sí, tú sabes...

—No, no lo sé.

— ¡Ay! —se quejó—. De esas, con vestidos enormes con el príncipe azúl y que tienen una vida maravillosa después de ahí.

—Eso no existe.

—Pero si existiera, quisiera que me pasara. Una boda con la persona que amas, con un enorme vestido en un lugar abierto, bailando con el príncipe azúl a paso lento mientras te sujeta de las caderas y te hace sentir en tu lugar seguro.

𝓜𝓪𝓯𝓲𝓪 (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora