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Thomas Holland
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Desperté a la mañana siguiente a causa del vacío en la cama del lado donde dormía mi esposa. Abrí los ojos y no había nadie a mi lado, me senté en la cama y miré el reloj de pared que estaba en la habitación y que marcaba las 7:40 a.m.
Era raro que ella despertara temprano. Me levanté de la cama y fui a tomar una ducha. Luego de vestirme bajé al comedor y el olor a vainilla estaba inundando todo el pasillo. Sólo pude pensar en cierta mujer hiperactiva que seguramente ya se había apropiado de la cocina.
—Joven Stanley, buen día —escuché a Dalia, el ama de llaves que cuidaba de la casa—. ¿Ha descansado?
—Lo suficiente como me fue posible —aseguré—. ¿Y la señorita Holland?
—Oh, la señorita está en la cocina. Anthony intentó convencerla de dejarlo preparar el desayuno pero no lo permitió, mencionó que quería preparar ella el desayuno.
—Tan temprano y ya está haciendo de este lugar lo que ella quiere —tan sólo esbocé una sonrisa burlona al escuchar a Dalia—. Cuando algo se le mete a la cabeza no hay manera de hacerla cambiar de opinión así que deben acostumbrarse. ¿Ya saben cuándo llegarán Henrietta y Leandro?
—Oh, Leandro llega mañana por la tarde —mencionó—. Al parecer todo salió bien con su madre, dijo que tomaría el primer autobús hasta aquí.
— ¿Y Henrietta?
—La señorita Henrietta llegará tal vez la siguiente semana, no me dio fechas exactas pero sí una aproximación.
La puerta de la cocina se abrió, inmediatamente volteé a ver qué sucedía. Era mi esposa que llevaba un vestido azul cielo con estampado floreado y manga corta al estilo de los cuarentas tan despierta y llena de energía como siempre. En las manos traía un plato lleno de pancakes preparados con fruta y crema batida encima.
—Despertaste a tiempo. Buenos días, Tommy.
— ¿Y esto? —Pregunté cuando dejó el plato frente a mí y regresó a la cocina.
Dalia parecía no comprender lo que pasaba pero tampoco se atrevió a mencionar algo. Simplemente hizo una suave reverencia con la cabeza y salió del lugar.
— ¿Qué tiene? Pensé que sería lindo prepararte algo de desayunar —aseguró volviendo a salir esta vez con los cubiertos, una taza de café y otra con jugo de toronja para dejarlos igual frente a mí—. Además, no podía estar otro minuto más en la cama, necesitaba levantarme a hacer algo. Detesto el cambio de horario.
—Eso explica todo —apenas tuve los cubiertos comencé a desayunar—. ¿Cómo te sientes? Ayer bebiste mucho.
—Me siento bien, extrañamente creo que no bebí demasiado como para sufrir resaca pero sí suficiente para no querer hacerlo de nuevo —esta vez ella regresó con su desayuno y se sentó conmigo—. Recuerda que hoy tienes una junta con los contadores a las nueve, debes ir a revisar las instalaciones de la tabacalera, y reunirte con Robert y los socios a las tres de la tarde.
—No se me olvida, lo tengo presente —afirmé ante sus recordatorios, se me olvidaba que ella estaba encargándose del trabajo de Leandro sobre tener todo completamente organizado—. ¿Quieres acompañarme?
— ¿A lo que tienes que hacer hoy? Bueno, tenía planeado dedicarme a ordenar nuestras cosas hoy pero puedo dejarlo para después.
—Qué raro que aceptes, hubieras preferido negarte amablemente —mencioné al ver cómo parecía un poco más amable que otros días, y atiné a que algo sucedía porque se sonrojó de inmediato—. ¿Te sientes culpable de algo tal vez? ¿O acaso es para que quedemos a mano y ya no me debas un striptease, muñeca?
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𝓜𝓪𝓯𝓲𝓪 (+18)
FanfictionLos Lebarde, una de las familias más importantes e influyentes de Europa encargadas de la mafia están en apuros económicos. Se han visto obligados a pactar con los enemigos, la familia Holland para no caer en una crisis que acabaría con toda su fort...