𝓒𝓵𝓪𝓼𝓮𝓼 𝓭𝓮 𝓭𝓮𝓯𝓮𝓷𝓼𝓪 𝓹𝓮𝓻𝓼𝓸𝓷𝓪𝓵

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❝ 𝚃𝚑𝚎 𝚍𝚊𝚗𝚐𝚎𝚛 𝚐𝚎𝚝𝚜
𝚖𝚎 𝚑𝚒𝚐𝚑 ❞

❝ 𝚃𝚑𝚎 𝚍𝚊𝚗𝚐𝚎𝚛 𝚐𝚎𝚝𝚜𝚖𝚎 𝚑𝚒𝚐𝚑 ❞

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_____ Lebarde

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Por la mañana siguiente desperté cuando escuché los llantos de Tessa. Abrí los ojos con cierta dificultad y solté un bostezo antes de incorporarme a la cama y estirarme un poco.

Vi la hora, eran las siete y media, di un suspiro de pesar y volteé a ver el rincón en donde ella estaba situada.

—Tessa, no inventes, es muy temprano —di otro bostezo y me levanté sin ganas de la cama.

Supuse que tenía hambre, tomé la leche de soya que Bobbi había comprado por la tarde y preparé en un vaso un poco para meterlo en la jeringa que usé la tarde anterior para alimentarla. Fui a su lado y comencé a darle de poco el alimento hasta que terminó. Le cambié los periódicos y la volví a dejar descansando.

Me pareció extraño que Tom no estuviera en la habitación, aunque conociendo lo mucho que amaba levantarse temprano estaba segura que estaba ya comenzando su día y todo el trabajo que tenía pendiente.

Aún en pijama fui a buscarlo a su oficina pero al abrir la puerta sólo vi a Leandro organizando su agenda.

Me miró de reojo antes de volver a prestar atención a la agenda de Tom y escribir cosas en ella tomando como referencia algunos documentos que tenía en su mano izquierda mientras forzaba la visa para ver las letras a pesar de tener los lentes puestos.

—Buenos días, señorita Holland. ¿Busca al joven Thomas?

—Buenos días —respondí a su saludo también—. Sí, creí que estaba aquí...

—No, está en el gimnasio. A esta hora siempre está en su entrenamiento —contó sin verme de nuevo—. ¿Lo necesita para algo?

—Nada en especial, voy a buscarlo. Te veo después.

—Claro, señorita.

Cerré la puerta del estudio y fui hacia el gimnasio de la casa. Apenas abrí la puerta, lo miré efectivamente entrenando, estaba dándole con todo al costal de boxeo. Se veía tan concentrado que ni siquiera se dio cuenta que lo estaba mirando hasta que terminó de golpear el saco hasta cansarse e ir por su toalla para secarse el sudor del rostro, fue ahí cuando cruzamos miradas.

— ¿Y tú quién eres y qué haces aquí? —fue lo primero que lo escuché decir en lo que se acercaba.

— ¿Qué? Soy tu esposa y vivo aquí también por si no recuerdas.

𝓜𝓪𝓯𝓲𝓪 (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora