𝓓𝓮𝓳𝓪𝓷𝓭𝓸 𝓵𝓪𝓼 𝓬𝓸𝓼𝓪𝓼 𝓬𝓵𝓪𝓻𝓪𝓼

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〘 _____ Lebarde 〙

Luego que escuché su auto alejarse, solté un suspiro de pesar antes de limpiar la pequeña lágrima que resbalaba por mi mejilla. Seguí desayunando, o al menos procuré no dejar casi nada en el plato aunque no tenía apetito.

— ¡Leandro, te dije que esas cortinas no! —escuché los reclamos de Henrietta y sus pasos acercándose al comedor—. Ese hombre siempre hace lo que se le da la gana. ¿Cuándo será el día que no me lleve la contraria? —esta vez entró al comedor, lo supe porque sus pasos dejaron de oírse a unos metros de distancia detrás mío—. Despertó más temprano que de costumbre.

¿Acaso todo mundo planeaba decirme lo mismo?

—Sí, lo hice —respondí bebiendo otro poco de mi vaso con zumo.

— ¿Ya tiene organizada su agenda para hoy? —preguntó antes de quitarme el plato vacío del pan tostado.

— ¿Quedarme todo el día en cama cuenta como una buena planificación de mi agenda? Porque es todo lo que deseo hacer.

—Sí, también quisiera dormir todo el día si me hubiera terminado sola una botella de Bourbon —reclamó llevando los trastes sucios a la cocina—. Es una vergüenza que se haya metido a hurgar entre las cosas del jóven Thomas para sacar una de sus botellas.

—Claro, porque al parecer todo lo que hago en esta casa es desesperarlo a él y a ti —reclamé.

— ¿Se encuentra bien? —me preguntó—. La conozco suficiente como para saber que ese comentario no viene simplemente porque sí.

No quería contarle lo que había escuchado, pero tampoco quería quedarme con la duda. Mi curiosidad no me dejaba en paz de sólo pensar en todo lo que había escuchado hace unos minutos atrás.

—Tom me cree una persona irritante, los escuche hablar esta mañana en la cocina —confesé mientras jugaba con el vaso entre mis manos.

Henrietta soltó un suspiro antes de sentarse a un lado mío en la mesa y mirarme con atención. Su silencio me causaba cierta angustia pero por fin pronunció un par de palabras.

— ¿Hasta qué parte escuchó?

—No lo sé, hasta la parte en la que dijo que de ser su decisión se habría colgado el día de la boda, que le parecía desesperante...

—Las cosas no son como usted piensa —comentó—. Para empezar, no debería escuchar conversaciones ajenas.

— ¡Pero hablaba de mí! —reclamé.

—Sí, hablamos de usted, es verdad —no negó nada de lo que le había dicho—, pero al menos si iba a estar escuchando las conversaciones de otros, debió haber terminado de escuchar al jóven Thomas.

— ¿Sobre cómo hablaba de la tal "Zendaya" y cómo yo era la otra? No, gracias.

—No, sobre lo que usted le provoca a Thomas que no es sólo desesperación. La quiere, a su modo.

— ¿Y cómo estás segura de eso?

—Porque Tom es un hombre con miles de defectos pero jamás un mentiroso. De cualquier forma, esa conversación la deben tener ustedes dos. Ni siquiera debería preguntarme a mí al respecto. Ese tema lo tiene que hablar con el jóven Thomas cuando vuelva.

𝓜𝓪𝓯𝓲𝓪 (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora