Capítulo 12

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Acorralamiento.

Marcus Graham.

-¿Están listos?- pregunta Kalissa a mi lado en el auto, todos asentimos- Bien.

Acto seguido cada uno abre la puerta de su lado y baja del auto, comenzando a encaminarse hacia el lugar.

Nos estacionamos una cuadra más atrás, para que en el caso de que el sus pocos vecinos estén despiertos a estas horas de la noche no alarmen a los demás sobre movimientos extraños o no casuales.

Camino con Izaac a mi lado ignorándolo como de costumbre, mientras que delante de nosotros se encuentran los Morton.

Aprovecho el momento en el que se encuentran de espaldas hablando entre ellos muy concentrados en su conversación para bajar mi mirada hasta esa parte del cuerpo de Kalissa que me trae loco.

Las oportunidades no se rechazan y menos si se tratan de una vista perfecta del culo de Kalissa en unos pantalones negros ajustados a su cuerpo como una segunda piel.

Maldita sea, el solo recuerdo de como se siente el tener su culo redondo apretado entre mis manos mientras gime mi nombre una y otra vez me dan ganas de tirarla aquí, no me importa donde, en el piso, detrás de un árbol o donde sea, pero me dan ganas de hacerle de todo nuevamente durante horas.

Una tos me saca de mis pensamientos lujuriosos y decido levantar mi vista.

Alexander mantiene su cabeza girada mientras camina hacia delante dándome una mirada que me hace estar seguro de que si tuviera la oportunidad, no dudaría en tirarme rayos láseres por los ojos.

Le sonrío falsamente y él se lleva sus dedos índice y corazón a los ojos para luego señalarme a mi, como si quisiera decirme "te estoy viendo".

Bueno, bien por él. Que me aprecie.

Cuando se da vuelta nuevamente hacia el frente no tardo en volver a mirarle el culo a su hermana descaradamente hasta que llegamos a la vivienda pocos minutos después.

-¿Quién va a entrar primero?- pregunta Morton dos.

-Yo- contestamos los tres al mismo tiempo.

Nos quedamos los tres mirándonos, pasando la mirada de uno a otro repetidas veces, hasta que dejo mi mirada en Izaac un segundo al igual que el en mí mientras Alexander decide desaparecer digiriéndose a su puesto en la entrada trasera.

Ese segundo en que mantengo mi mirada en el hombre frente a mí es lo suficientemente valioso como para que Kalissa nos ignore a ambos pasando entre nosotros y que tomándonos desprevenidos le propine una patada a la puerta tirándola abajo.

Me la quedo mirando con el ceño fruncido ante su acto tan impulsivo y ella me devuelve la mirada muy despreocupada, como si ya supiese que le diré algo pero que aún así eso no le importase en lo más mínimo.

-Dije que sería yo la que lo haga- dice antes de caminar dentro de la casa sin importarle pisar la puerta debajo de sus pies.




Nos dividimos cada uno ocupando una parte distinta de la casa buscando a la mujer.

Izaac es quien la encuentra, dándonos un grito de alerta desde la cocina.

Kalissa, Alexander y yo nos acercamos lo mas rápido posible viendo como Izaac tiene su arma apuntando a la cabeza de la mujer quien se sienta llorando en una de las sillas frente al mantel a cuadros rojo y blanco.

Camino hacia ellos quedando frente a frente, decido no oponerme a la idea de que su arma esté en alto.

La gente suele derrumbarse bajo presión y más si tienen algo en juego algo que perder.

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