Capítulo 37

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Las Pruebas.

Kalissa Morton.

Dalila ha sido muy amable todo el tiempo, eso es algo positivo y aunque he tratado de sacarle información, aunque sea la más mínima, ella se ha negado en su totalidad.

La lealtad a su líder, Maximilian Lennoix, no es porque se la merezca, o el respeto y poder que conlleva su cargo, sino que desde su cargo se ha tomado la libertad de matar y torturar entre otra variedad de cosas a quienes suponían ser una molestia para él.

Ahora mismo me encuentro en otra habitación que no conozco, pero sin embargo la he visto al pasar por los pasillos cuando fui con Dalila la primera vez.

Otra vez, el lugar coincide ser como la primera habitación en la que me encontré, una completamente gris, simplemente que esta vez sin muebles, o al menos no demasiados.

Esta vez estoy bañada, maquillada, peinada y vestida, lo cual es extraño ya que durante este tiempo a todos aquí les pareció correcto desatender mis necesidades.

Maxilian se encuentra fuera, puedo escuchar su poderosa y fuerte voz a través de las finas paredes mientras que Sienna Lennoix se encuentra parada a mi lado, atenta de que no haga ningún movimiento brusco o violento hacia cualquier persona de aquí.

-Mejor que estés lista y te comportes, que nos sirvas es algo muy diferente a que tengamos piedad- la rubia a mi lado me habla.

-¿Me amenazas?

-No, te aviso.

Miro al marco donde Maximilian se hace presente y vuelvo a girar mi cabeza hacia ella antes de que él termine su camino hacia nosotras.

-Si Lennoix tuviera que elegir entre su puesto y su mujer, eligiría sin dudar su puesto...- clavo mi mirada en ella al ladear mi rostro-... y no creo que a tu marido le interese ver mi cadáver por aquí.

-Tú...- la mujer no termina de hablar ante la llamada del hombre frente a nosotras.

No da palabra, sin embargo me toma por el brazo de manera brusca y empieza a arrastrarme por la sala, a lo que tengo que poner los pies rápido hasta un artefecto que no comprendo hasta que empieza a colocarme sobre el mismo, este es uno de los pocos muebles de la habitación, el cual se encuentra prácticamente en el centro.

Siento un escalofrío por todo el cuerpo cuando obligada por un arma que siento contra mis costillas, sostenida por la mujer, mis pies se posicionan sobre un escalón de madera donde quedan trabados por un cinturon negro. Tengo las manos esposadas hace horas, pero aún si eso no me proporcionaba tan poca defensa como la tengo ahora. Estoy expuesta, pero ¿Ante qué? Forcejeo intentando salir, pero me es imposible. Mi única salida sería la muerte a través de un disparo.

-Que entren- grita al otro lado de la sala, la cual es relativamente pequeña y donde su mujer se encuentra lista para cumplir la orden.

Ella abre una de las puertas a los lados, la cual se encontraba cerrada hasta el momento y desde mi lugar observo como tres hombres desconocidos comienzan a acercarse hacia donde todos nos encontramos.

-Buenas tardes- los hombres lo saludan con pleno respeto y lo que parece ser ¿Admiración?

El responde el saludo de una manera mucho más formal.

-Es ella, supongo- uno de los hombres me señala con la mirada.

Sus miradas no tienen nada detrás, no muestran sentimientos, no muestran nada. En este momento es que el miedo me inunda de una manera excesiva, siento y sé que algo malo está por suceder, que no voy a poder defenderme, que estoy atrapada y que estoy sola. Completamente sola.

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