Capítulo 40

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Nota: Estamos más cerca del final de lo que se imaginan, este es el capítulo 40 de 42. ¿Cómo se sienten con eso? ¿Qué piensan que puede pasar en el final? Hagan sus apuestas B)

PD: VIVA ARGENTINA, MI PAÍS MI PAÍS QUE SOMOS CAMPEONES

Derrumbamiento.

Kalissa Morton.

He estado acostada sobre mi incómoda cama durante más tiempo del que soy consciente. Largas horas en las que no me muevo ni un solo milímetro, como si el hecho de moverme hiciera que mi existencia se sintiese aún más real.

Pero es hora... algo en mí muy en el fondo nunca me permitiría terminar de tocar fondo de tal manera.

Esta semana ha sido horrible, catastrófica, desastrosa y aunque dijera miles de adjetivos más, no serían suficientes para describir lo que siento en estos momentos.

Lentamente me siento sobre el borde de la cama. Y me duele. Mi intimidad aún se encuentra irritada ante la fricción de materiales.

Esta semana he sido un producto, un producto para una totalidad de cinco hombres. Tres vinieron juntos, y luego dos más.

Lo único que han hecho es dañarme tanto la psiquis como el cuerpo con la mera intención de probarme.

¿Qué hice para recibir esto? ¿Es acaso un karma? Lo único que quería era evitarle el mismo sufrimiento que yo estoy pasando a otras mujeres... ¿Qué hice mal?

Me levanto y camino dentro de mi nueva habitación. Esta es más grande y consta de mobiliario más caro, como si eso la hiciera perfecta. Este lugar solo es una jaula para mantenerme mientras les sirva, una vez que eso termine me echarán con una cuerda amarrada que solo me guiará hasta otra jaula, quizá más diminuta o más grande, pero el hecho del propósito es tan claro que no necesita ser siquiera explicado.

Llego hasta el espejo el cual es de cuerpo entero y en el que aprovecho para darme un repaso. Mis muñecas marcadas, al igual que mis tobillos.

Paso mis manos por estas como si eso fuera a deshacer los colores que las decoran antes de tomar uno de los cordones que cruzan la cintura de mi bata, jalarlo y abrirla de par en par.

La parte superior de mis pechos se encuentra marcada con insedeables chupetones, al igual que algunas partes de mi abdomen. Mi cintura marcada por los fuertes agarres que ha recibido, e incluso sobre mi hombro derecho tengo la marca aún roja de un mordisco.

Escucho el sonido de la puerta comenzar a abrirse y no tardo en cerrar nuevamente mi bata y moverme hasta el otro extremo de la habitación, al punto de sentir el frío material de la pared contra mi espalda.

-¿Kalissa?- Dalila pregunta asomando su cabeza hacia la cama.

Cuando no me ve ahí da un paso más adelante y cierra la puerta detrás de ella con llave. Una llave que ella antes no tenía a cargo.

Dalila solo aparece cuando tiene que prepararme para lo que llamo torturas.

Y el hecho de que lleve un peine en su mano me lo confirma.

Para cuando me doy cuenta ya la tengo acercándose hacia mí, dando pasos cortos como si yo fuera una temerosa oveja a la que no quiere asustar.

Y quizá eso es lo que soy ahora, y quizá eso es lo que tanto me duele...

-Aléjate.

-Sabes que no puedo hacerlo, o me...

-...O te matarán- termino por ella- lo sé y te comprendo, pero ya no...- mi voz se rompe aún intenté evitarlo- yo ya no quiero que repitan esas cosas conmigo.

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