Capítulo 95: Destinados

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Nadie imaginaba que por los tejados de esa fresca noche en París, un gato negro corría a toda velocidad, como un acto reflejo de escapar de sus sentimientos. Pero seguía sin entender del todo por qué se sentía tan mal. Llegó a su habitación por la ventana que siempre solía dejar abierta y quitó su transformación sin más.

- ¿Crees que hiciste lo correcto en decirle a los padres de Marinette toda la verdad? - le cuestionó Plagga. Adrien suspiró. - Marinette es lo más importante para ellos, merecían una explicación. La teoría de que ella perdió la memoria por un akuma, no es muy convincente - se limitó a decir dirigiéndose al escritorio. 

Para hartera de Adrien, Plagg aún tenía una pregunta más. 

- ¿Qué te pasa, Adrien? - le preguntó su kwami. - No estoy para preguntas, Plagga - dijo el rubio en tono molesto. - ¿Por qué no quisiste verla? Ella estaba por llegar - insistió. - Porque no, ¿suficiente razón? ¿O tengo que decirte que no quiero? -

Plagg abrió los ojos sorprendido, extrañado por la actitud que su portador se traía esos días. Una actitud que comenzaba a hartarle un poco.

- No entiendo por qué no quieres - dijo Plagg dándole la espalda. Y parece que eso fue la aguja en el globo de Adrien.

- ¿No puedes entenderlo? ¿Crees que es fácil para mí ver a la chica que amo y que no me recuerde? ¿Crees que no es duro hacerme a la idea de que ya la perdí? - le gritó con notoria furia. - ¿Qué todos los planes que tenía para nosotros se esfumaron en el momento que ella decidió ceder la caja? -

- ¡No lo entiendes, Plagga! ¡Nadie lo entiende! ¡En el maldito momento que vea a Marinette me soltaré a llorar como un niño! - gritó con las lágrimas cristalizando sus ojos. Plagg se mantuvo en silencio. - Adrien - lo llamó.

- Iré a la guarida a ver a mamá - dijo el rubio saliendo de ahí, sin darle a su kwami la oportunidad de detenerlo.

Pasó más de tres horas sentado frente a la caja donde Emilie estaba. Pensando, analizando y recordando. Todo lo que había ocurrido en su vida en los últimos meses, fue debido a su propio padre.

Y agradecía también que tanto él como Nathalie se hubieran ido de la mansión. Y por otro lado, Adrien estaba más sólo que nunca. A excepción de Plagga, claro está. 

Esos días, simplemente había llorado a su madre. Y había llorado a Marinette.

- Te estás estancando, Adrien - le dijo una dulce vocecita al de ojos verdes. Adrien limpió sus ojos con suavidad. - Hola, Tikki -

- Te vi discutir con Plagga, él no te dice las cosas con mala intención - dijo la kwami de la creación colocándose en la rodilla del muchacho. - Lo sé, pero todos creen que es pan comido volver a ver a Marinette. Salvamos a París, si. Hawk Moth no existe más. ¿Pero a qué costo? Perdí a Marinette -

- No me recuerda, Tikki. No tiene nada de todo lo que hemos vivido juntos. El día que nos conocimos, nuestra primera batalla, nuestro primer beso... Nada. ¿Cómo quieren que me sienta? ¿Eh? Marinette no es cualquier persona en mi vida para ser tan indolente con todo lo que pasa -

- Por supuesto que me muero por verla, por abrazarla y decirle todo lo que es para mí. Que aún sin memoria la seguiré amando como a nadie - Adrien cubrió su rostro con sus manos comenzando a llorar de nuevo.

- Pero no puedo, Tikki. Soy demasiado cobarde para enfrentar la situación - admitió. Tikki se abrazó a él. - Adrien, él que ella deje ser Ladybug no creo que sea motivo para que la consideres perdida. Aún sin ser ella mi portadora, creo que se merecen una oportunidad. No hay más obstáculos -

Tikki descubrió con suavidad el rostro del muchacho y le brindó una cálida sonrisa. - También la extraño, Adrien. Marinette no sólo fue mi dueña, fue mi mejor amiga. Si no puedes estar cerca de ella como Chat Noir, hazlo como Adrien -

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