Capítulo 34: No Puedes

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El cansancio venció a Marinette, haciendo que se quedara dormida rápidamente, ignorando que sería visitada por el héroe de París. Chat Noir tocó a su ventana, ese pequeño e insignificante toc-toc en su ventana, era la clave del chico para que Marinette supiera que había ido a verla. Después de varios toques, el chico se rindió, intuyendo que, al estar tan oscuro, la azabache estaba dormida. No era para menos, si lo pensaba bien, él estaba tan cansado como ella, no había sido para nada un día normal.

A la mañana siguiente, Marinette despertó con un semblante diferente a las mañanas anteriores, se sentía feliz y dichosa y se notaba en su alegre sonrisa. Tomó unos cuantos macarons de la cocina por si Tikki los necesitaba y se dirigió a la escuela. Durante el trayecto, no dejaba de pensar en Chat Noir, lo cual se le hacía sumamente raro, pero era una experiencia nueva que la hacía sentir bien y, sobre todo, con esperanza. Sabía perfectamente que lo que sentía por Chat Noir no era amor, lo reconocía, era un sentimiento nuevo que poco a poco florecía. Pero se sentía bien de reconocerlo, esa duda que desde hace días la carcomía, se disipaba. Él siempre le demostró que ella le importaba, sin importar si era Marinette o Ladybug.

Dejar de amar a Adrien no sería tan sencillo, lo amaba, sí. Pero el estar con él, era una posibilidad lejana para ella. Por lo que sabía, él estaba con Kagami. O eso creía saber, Adrien no le mencionó nada acerca de que la relación con la japonesa había dado fin hace días. Aún le dolía la situación, era imposible negarlo, pero cada día, se sentía más fuerte emocionalmente. Algo que aceptaba, era que Adrien siempre ocuparía un lugar especial en su vida y en su corazón. Marinette sentía cosas por el chico que era su compañero día a día, algo en su interior le decía que podía ser correspondida, que ella no era indiferente a él. Se iba a arriesgar, así todo quedara entre ellos dos. Confiaba en él. Ya no era sólo su amigo. Ese beso le ayudó a aclarar su mente. Quería una oportunidad de ser feliz y hacerlo feliz. Lo iba a hacer. No podía esperar esa tarde en que él la visitara como de costumbre para hablar con él. Estaba segura.

Marinette estaba por salir de la escuela, por mera precaución llevaba un paraguas por si la lluvia la tomaba por sorpresa. Si, era el paraguas que Adrien le dio ese día de fuerte lluvia, ese día que se enamoró de él. Verlo le traía muchos recuerdos de ese día, sobre todo tristeza de que nunca logró estar con él. Para su suerte, la vida, a lo que ella creía, le comenzaba a mostrar otra faceta con nuevos sentimientos, una faceta hermosa que simplemente, la hacía sentir bien. Sin nervios, sin tartamudeos, en paz.

Como los problemas nunca faltan, un akumatizado comenzó a aterrorizar la ciudad. Ladybug ya se encontraba en la escena, en espera de su compañero. Sentía "mariquitas" en el estómago, se sentía un tanto nerviosa de ver a Chat Noir. Algo que debía hacer, era disimular, pues toda esa situación en la montaña, se dio con Marinette, no con Ladybug. El chico llegó a la escena y junto a ella comenzaron a luchar contra el títere ocasional de Hawk Moth. Puño a puño y lado a lado, como siempre. Ella invocó su amuleto encantado, no lograba encontrar el escenario perfecto para formular un plan. El akumatizado los llevó cerca del río, dónde ella logró idear una estrategia. - ¡Chat Noir! – gritó con todas sus fuerzas, a lo que el chico volteó de inmediato y se dirigió a ella. – Tengo un plan, usa el cataclismo en el puente, yo usaré el amuleto encantado para atraparlo – El chico asintió y acató las órdenes.

Todo se solucionó y volvió a la normalidad. Los aretes de ella comenzaron a sonar. – Debo irme, me quedan unos minutos y no quiero mojarme si llueve – dijo mirando el cielo, la lluvia comenzaría en cualquier instante. Él asintió y la miró marcharse con una leve sonrisa. Al haber utilizado su poder especial mucho después que ella, él tenía unos minutos de sobra para llegar a la escuela. Se dirigió hacia allá, corriendo por los tejados cuando divisó a Marinette caminando por el parque con su mochila en la espalda. Se dirigió hacia ella e interceptó su camino. – Ch-Chat Noir, ¡me asustaste! – le dijo ella algo molesta, porque sí, el chico había logrado asustarla.

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