Capítulo 33: Excursión II: Cristales

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¿Cómo supiste que estábamos aquí? – preguntó Allan. El héroe balbuceó un poco. – Pu- pues, el villano dijo que tenía personas atrapadas en este lugar y vine a asegurarme que estuvieran bien – respondió nervioso. - ¿Cómo nos sacarás de aquí? – preguntó Alya. - ¡Podrías usar el cataclismo! – respondió Nino. Marinette negó. – No creo que sea tan buena idea, podría haber un derrumbe – dijo la chica mientras observaba la grandeza de la montaña. Allan le extendió una antorcha a Chat Noir. – Enciéndela usando la fricción del suelo – le ordenó. El chico asintió, estaba por encenderla cuando el soldado de tierra que había derrotado anteriormente, regresaba. El chico tuvo una idea. – El único modo de derrotarlo es usando el cataclismo – le dijo Marinette.

Me leíste la mente – le dijo con complicidad, arrancándole una sonrisa a Marinette. El chico se fue contra el soldado de tierra y usó su poder especial, desafortunadamente, no salió como esperaban. Al usar el cataclismo, ocasionó grietas enormes en la pared de los dos caminos, como consecuencia un derrumbe. Al ver lo que se aproximaba, el chico extendió su vara hacia el grupo y los lanzó al otro lado, poniéndolos a salvo. Por su parte, el chico reaccionó y se abalanzó sobre Marinette, empujándola junto a él al camino por donde los soldados habían salido. Alya y los demás se levantaron un poco aturdidos por la caída y el derrumbe. - ¡Marinette! – gritó preocupada. – Tranquila, está con Chat Noir – le dijo Nino tranquilizándola. Del otro lado de las rocas, Marinette se encontraba inconsciente sobre Chat Noir. Ambos héroes del mismo lado del camino, completamente solos, ignorando la realidad de esa leyenda.

Chat Noir recobró poco a poco el sentido, el impacto había sido algo fuerte. Abrió los ojos y se dio cuenta que Marinette estaba sobre él. Los colores se hicieron presentes en el rostro del chico. – Marinette – le habló suavemente y comenzó a moverla. La chica comenzó a removerse y abrió los ojos. – Chat-Chat Noir – dijo nerviosa. Ambos se levantaron. - ¿Estás bien? – preguntó él. – Si, ¿y tú? ¿No te lastimaste? – el chico negó con una leve sonrisa. – Bien, hay que buscar un modo de salir – le dijo Marinette. – La única dirección que nos queda es esta – dijo señalando el camino. Chat Noir encendió la antorcha y comenzaron a caminar, uno junto al otro, esperando no ser atacados por nada desconocido nuevamente.

¿Cuánto tiempo te queda para transformarte? – preguntó Marinette. El chico miró su anillo. – Algunos minutos, hay tiempo. No sé por qué, pero desde hace unas semanas mi transformación dura más tiempo – respondió. – Agradezcamos al día de la purificación – pensó Marinette para sí misma. – Así que... atrapados por una leyenda – dijo el chico mientras caminaban. – Guiador se encargó de traerla a la realidad. Allan dijo que, si queríamos salir de aquí, debíamos conocer la leyenda por completo – comentó Marinette. – Si es una leyenda, no hay mucho que saber ratoncita – ella negó. – Creo que he visto tantas cosas imposibles que, si esta leyenda es real, no me sorprendería – Chat Noir le señaló el frente. – Mira, dos caminos otra vez – Ambos dieron un suspiro. - ¿Cuál será el correcto? – preguntó Marinette. – Si Guiador no hace que el túnel cambie podremos regresar si el camino que tomamos no es correcto – respondió el chico. – Vamos por ahí, lo importante es que estamos juntos – le dijo él dándole valor. Marinette sonrió con dulzura. – Me alegra que así sea – Ambos comenzaron a caminar y después de unos minutos, la esperanza surgió en ellos. - ¡Es la salida! – dijo Marinette con emoción.

¡Vamos! – Chat Noir dejó la antorcha en el suelo y se dirigieron a lo que parecía una puerta de tierra, cubierta por una roca. - ¡Empuja! – dijeron ambos al unísono, haciendo las fuerzas que podían para intentar salir. Ansiaban ver la luz del día, pero la oscuridad de lo que parecía una habitación, los confundió. – Esta no es la salida – mencionó Chat Noir. – Es... una tumba – dijo Marinette. Ambos entraron con nerviosismo. Bajaron unas escaleras y dos ataúdes yacían uno junto al otro. Chat Noir se puso frente a Marinette para protegerla de lo que sea que estuviera ahí. – La leyenda es real – dijo Marinette. - ¿De qué hablas? – le preguntó el chico. Marinette le quitó la antorcha y aluzó a la pared detrás de los ataúdes. La luz dejaba ver a un hombre y una mujer, uno frente al otro tomados de la mano. – Son los enamorados, la artesana y el destructor están enterrados aquí – finalizó la chica.

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