Capítulo 82: Prioridades

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- Chat Noir, por favor, no seas irracional - pidió la heroína de traje moteado. - ¡Te lo dije más de una vez! ¿Qué rayos pasa contigo cuando algo le sucede a Marinette? ¡Nunca estás! - le gritó con desespero. La azabache permaneció en silencio. - Estaba en una misión y - él la interrumpió. - ¡Siempre tus misiones antes que Marinette! ¿Qué acaso ella no ha hecho mucho por nosotros? ¿Por ti? - 

- ¿Por qué nunca estás cuando ella te necesita? - le gritó. Y ella no se contuvo más. - ¡Porque yo soy Marinette! - gritó con desespero y cubriendo su boca al instante. - No es cierto. Tú y ella no pueden ser la misma. No. No tienes nada que ver con Marinette y ella no tiene nada que ver contigo - aseguró él retrocediendo. 

- Chat Noir espera - pidió. Él la miró con decepción. - Te quiero lejos. Lejos de mí - y se marchó. Ella lo vio irse sin ganas o el ánimo de detenerlo. Se confesó y no había marcha atrás. Pronto la alerta de akuma sonó otra vez, poniendo sus sentidos al cien por ciento. Se dirigió al centro de la situación y lo que vio la desgarró. - Chat Blanc... - susurró. 

- ¡Marinette! ¡Despierta! - dijo Tikki moviéndola. O intentando hacerlo. - ¡Ah! - respiró agitada. Lavó su rostro con sus delgadas manos. Todo había sido una pesadilla, un mal sueño. Otra vez. - ¿Estás bien? - preguntó su kwami. Marinette asintió. - Sólo fue... un mal sueño. Con todo lo que pasó ayer - dijo levantándose de la cama. 

- ¿No crees que deberías contarle a alguno de los maestros sobre tus inquietudes? ¿Sobre tus miedos? - preguntó. Marinette tomó una toalla rosa del diván. - Quizás - se limitó a responder. Un rato después en la escuela, se preocupó al ver que Adrien no estaba, desde el día anterior que el ataque de Tormento se había dado y que habían estado presos de algún modo, ella no había hablado con él. 

- ¿Qué pasa por tu cabeza, catarina? - preguntó Félix al verla así. Ella dejó escapar el aire. - Muchas cosas - respondió. - Esa no es una respuesta - contradijo Félix. - Pero si quieres estar más tranquila, Adrien tiene sesión de fotos, por eso no está aquí - Marinette se sonrojó. - Yo ni siquiera mencioné a Adrien - 

- Pero no dejas de ver su lugar desde que llegaste - Marinette lo miró ventajista. - Eres un lobo entrometido, ¿lo sabías? - Félix hizo una mueca. - Admite que sin mis intromisiones estarían perdidos - dijo con orgullo. Marinette le sonrió. - Probablemente. Así que... - le extendió una caja de galletas con chispas de chocolate. - Esto es para ti. Sé que no es suficiente considerando todo lo que has hecho por nosotros, pero - le sonrió de lado. 

Félix sabía perfectamente lo que ella trataba de decir y asintió aceptando el regalo. - Gracias Marinette - tomó una y la comió. - ¡Son estupendas! - dijo con total honestidad. - Y... Y Light White... ¿ya regresó a Londres? - se aventuró a preguntar. La expresión de él se endureció un poco. - No. Se quedó para hablar con tu guardián respecto a unas cosas, pero ella se irá esta tarde o mañana - 

- ¿Y sus padres? - preguntó. - Ella vive con su tía, no tiene padres. Y ella está ahora de viaje por negocios - Eso sorprendió a Marinette. La heroína bajo esa máscara blanca estaba más sola de lo que ella hubiera imaginado. Y no porque el amor de un familiar no importara. Simplemente que hay amores que no se pueden reemplazar. Como el de los padres. Aunque parte reconocía, que no todos los padres eran amorosos con sus hijos. Y para no ir muy lejos, un claro ejemplo de eso era Adrien. 

- ¿Cómo? - preguntó en automático al sentir que Félix la movía. - Light White me dijo ayer que quería hablar contigo, hoy si es que es posible - Marinette asintió sin dudarlo. - Claro que sí - Félix asintió. - Bien. Te verá en casa del maestro Fu en un rato. Y... ella ya conoce tu identidad - Marinette se sorprendió. 

- Fue necesario para ayudarlos a ti y a Chat Noir hace un tiempo - explicó. - Bueno, si tú confías en ella... yo igual - aseguró Marinette indicando que iría con Alya. Félix suspiró cerrando la caja de galletas. "A pesar de todo, sé que es confiable. Pondría las manos al fuego por ella, sin dudarlo". Pensó con tranquilidad. Porque la ruptura de un corazón era un motivo suficiente para romper todo lazo de confianza. Pero para él no. Porque la conoció como su amiga, como un cristal transparente antes de declararse. Aún la quería, con todas las fuerzas de su alma. 

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