Capítulo 32: Excursión I: ¿Real o no?

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Capítulo extra nomás porque sí :)( Lo tengo escrito desde hace más de un mes, ahorita voy por el 38)

Algunos días transcurrieron desde el ataque fallido de Hawk Moth. Tal como Chat Noir lo exigió, Ladybug se encargó de entrenarlo y enseñarle todo lo que ella sabía, era una buena práctica para ambos, ya que juntos aprendían cada vez más. Para Marinette, era más fácil cada día pasar tiempo junto a Chat Noir, compartían su día a día casi a diario en la terraza de ella y en otras ocasiones, durante las guardias que hacían juntos. Chat Noir frecuentaba más a Marinette, las conversaciones incómodas entre ellos se esfumaron, pues podían hablar de lo que sea en total confianza. Sin mencionar, que, en su versión de civiles, las cosas entre ambos fluían con más naturalidad, era más frecuente verlos hablar casi todo el día y reír a carcajadas sin interrupción de nadie. Quizás la madurez llegaba poco a poco a ellos.

Una nueva mañana nacía en París. La clase de Marinette se preparaba para un pequeño viaje escolar, una de las dos excursiones que tenían planeadas para esa y la siguiente semana. El primer viaje, era una visita a un pequeño pueblo colonial francés, cerca de un parque natural en Venix. Poco a poco, todos comenzaban a subir a los autobuses y a pesar de que hace mucho tiempo no pasaba, a los amigos de Marinette no les extrañó que llegara tarde. – Lle...gué – suspiró agitada. Alya soltó una risa.

Vamos al autobús, Nino te guardó un asiento junto a mí – le dijo Alya abrazándola, a lo que Marinette asintió con una sonrisa. Estaban por subir, cuando el claxon de un auto las hizo retroceder y voltear detrás del autobús. – Mira, Adrien también llegó tarde – comentó Alya. Marinette arqueó una ceja. – Es raro que Adrien llegue tarde – dijo sin tomarle interés. Marinette subió al autobús junto a Alya y se dirigió a su lugar, optando por el asiento junto a la ventana. La chica bostezó un poco pues la falta de sueño aún se hacía presente en ella. – Hola Marinette – una voz la sacó del trance. - ¡Ah, A-Adrien! – el chico tomó asiento junto a ella. – Lamento haber interrumpido tu intento por dormir – dijo riendo levemente. La azabache negó. – Son varias horas hasta el parque natural, habrá tiempo – respondió. – Pero tú llegaste tarde, es extraño porque nunca lo haces – Marinette se puso nerviosa. – Es- de-cir, no porque te investigue o algo a-así – dijo haciendo gestos con las manos.

Adrien soltó una risa, haciendo que Marinette sonriera con ternura el verlo y sonrojándose un poco. – Alya tenía razón – dijo Adrien. - ¿A qué te refieres? – preguntó Marinette. – Dijo que era más conveniente que me sentara a tu lado, que, junto a ti, iba a divertirme más durante el viaje – respondió el rubio. El pequeño gesto hizo que los colores subieran nuevamente al rostro de Marinette. – Si no me duermo antes, puedes seguir contándome cosas graciosas como ayer – le dijo ella. - ¿Por qué llegaste tarde? – preguntó Marinette. Adrien balbuceó un poco antes de responder. – Las clases de chino, ya sabes – respondió un tanto nervioso.

La verdad era que, la noche anterior, él y Multimouse habían tenido "patrullaje" en París, claro, si se le puede llamar patrullaje a ver quién come más helados de André en menos tiempo. Por lo que Adrien intuyó que Marinette había llegado tarde por las mismas razones que él. Pero a visión de ambos, la falta de sueño había valido la pena. Se conocían más y más y ambos disfrutaban la compañía del otro. – Podrías aprovechar el viaje para dormir un poco, prometo que te despertaré cuando estemos a punto de llegar – le dijo Marinette dulcemente. Adrien soltó una risa. – Es más probable que te despierte yo a que lo hagas tú – dijo Adrien divertido y cruzando sus brazos.

Marinette lo miró indignada. - ¡Oye! Hace mucho no me quedo dormida – le replicó haciendo un pequeño puchero y frunciendo el ceño. Adrien volvió a reír. – Confiaré en ti, pero si ambos terminamos en otro país, será tu responsabilidad regresarme a salvo – Sólo risas se escuchaban entre ellos dos. Llamando la atención de sus mejores amigos quienes los observaban con ternura, como si su objetivo de que ellos estuvieran juntos, esté a poco de cumplirse. El viaje había comenzado y poco a poco, la gran ciudad dejaba de verse y comenzaba a entrar en panorama la carretera.

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