Capítulo 20: Decisiones forzosas.

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Han pasado varias semanas, se me empieza a acabar el tiempo y ni encuentro un piso a dónde irme, ni consigo convencer a la discográfica de que me deje quedarme en Almería. Me parece que voy a tener que pedir ayuda. Voy a tener que pedirle de nuevo el favor a Àlex de que me ayude a buscar donde irme a vivir. No me gusta molestarle, pero la última vez no tardó mucho en encontrar donde irme, y ahora necesito un sitio rápido. No tengo meses para planearlo como la otra vez. Esta vez no es cosa mía. Es una exigencia del trabajo.

Le doy vueltas una y otra vez. Pero no consigo encontrar una solución sin pedirle el favor a Àlex de nuevo. Y el problema es que no quiero molestarle. Está a punto de empezar la segunda parte del mundial, y no quiero que se descuide por culpa de estar pensando en mis cosas. Quizás no tendría que haberme ido de Barcelona nunca. Podría haber estudiado allí en vez de en Almería, y podría haber hecho lo mismo que he hecho desde aquí. Y quizás me habría salido mejor. No habría vuelto a la música quizás y, sobre todo, no estaría volviéndome loca buscando donde irme a vivir.

Cojo el teléfono ya desistiendo de buscar más soluciones y llamo a Àlex. Si no puede ayudarme lo entenderé y me mataré en el intento de mudarme.

-Hola hermanita.
-Hola, Àlex.
-Uy. Eso suena a que te pasa algo.
-Qué me quiero matar. Eso es lo que pasa.
-¿Por algo en concreto?
-La discográfica me ha pedido que me mude a Barcelona en un plazo de un mes. Ya han pasado dos semanas, y no encuentro nada.
-Necesitas que te ayude como la otra vez.
-Seria genial. Pero sé que tienes que centrarte en el mundial. Si no puedes ya me las sigo arreglando yo.
-No. Creo que sé de un sitio. Lo único es que no sé si te gustará.
-El que sea. Lo necesito ya, Àlex.
-Vale. Te llamo en cuanto sepa si sigue libre.
-¡Muchas gracias hermanito!
-No me las des.

Estoy por ponerme a saltar de alegría. Pero mejor no. Todavía no es seguro que ya tenga donde irme. Hay que esperar a que Àlex me avise en cuanto sepa algo.

No me olvido de que no es seguro, pero me relajo por un rato. Si no he encontrado nada en dos semanas no voy a perder algo por no mirar cada 5 minutos ahora mismo. Me relajo. Leo un poco. Luego veo algún capítulo de alguna serie. Preparo la comida y como relajadamente. Si Àlex no me avisa hoy, ya mañana seguiré con la búsqueda de piso. Pero hoy me lo voy a tomar de relax. No quiero que me dé un ataque de ansiedad.

Estoy tranquilamente mirando unas notificaciones cuando me llega un correo. Lo miro por encima y voy a pasar de él pensando que es otro email más de spam. Pero luego me doy cuenta de que no lo es, o no lo sé. Es una confirmación de un vuelo a Barcelona para hoy mismo. ¿Qué es esto? ¿Quién me ha programado un vuelo para hoy? Pero si yo no he hablado con nadie de ningún evento.

Me voy a volver loca. ¿Llamo a la discográfica? ¿Habrán sido ellos? ¿Quién más podría ser? ¿Pero por qué no me dicen las cosas antes de...? Espera. Este no es mi correo del trabajo. Este es mi correo personal. Y sólo lo tienen tres personas. De las cuales solo me habló con dos. Y una de esas dos es imposible que me haya comprado un billete de avión a Barcelona porque vive a un par de calles de aquí. Solo puede haber sido una persona. Y voy a llamarla ahora mismo.

-¿Ya te ha llegado el correo?
-¿Qué significa esto Alejandro?
-¡No me des las gracias!
-¿Por? ¿Qué pinto yo en Barcelona hoy?
-Relájate y te lo cuento.
-Vas vale que sea algo importante.
-Te he conseguido el piso. Pero tienes que ir hoy a firmar los papeles o esperar a dentro de un mes.
-Joder. Vale, vale. ¿Cuándo salía ese vuelo?
-A las 17:00.
-Perfecto. Voy a vestirme y salgo a cogerlo.
-Te espero en el aeropuerto.
-¡Gracias!

Salgo corriendo a mí habitación, me visto con lo primero que pillo a mano y luego me quedo unos segundos pensando en sí necesitaré algo más que el bolso con la cartera, documentación y teléfono. ¿Voy a quedarme allí? Àlex no pensará llevarme a Cervera, ¿no?

Al final me decido a coger una pequeña mochila y meter varias mudas de ropa en ella. Por si acaso. No sé si volveré hoy mismo o que voy a hacer. Solo sé que necesito ese piso o me puedo morir ya.

Una vez todo está preparado salgo hacia el aeropuerto y espero a que salga al vuelo. Los nervios me comen hasta que llaman a los pasajeros para el vuelo a Barcelona. En hora y media estaré allí.

El vuelo se me hace largo. Pero por los nervios que tengo encima. Quiero llegar ya, ver a Àlex. Ir a ver el piso. Acabar con todo esto de una vez. Así que cuando aterrizamos casi salgo del avión a la velocidad del Correcaminos. Quiero pisar tierra ya.

Corro prácticamente por el pasillo que conecta al avión con la puerta de embarque, o de desembarque en este caso. Luego corro hasta la salida y cuando veo a Àlex esperándome allí me dan muchas ganas de tirarme encima suyo. Aunque me controlo. Bastantes rumores hay ya sobre nosotros para provocar más habladurías por no saberme controlar. Pero lo que sí hago es abrazarle nada más llegar a su lado.

-Te he echado de menos, hermanito.
-Solo hace dos semanas desde que nos vimos en Almería.
-Lo sé. Pero te he extrañado igualmente.
-Bueno, ahora me tendrás más cerca.
-Pero no a María. Aunque últimamente no me está ayudando mucho a estar muy bien. Quizás sea mejor que nos alejemos por un tiempo.
-Ella ve las cosas de forma diferente.
-No. Lo que pase es que se cree que no soy capaz de estar cerca de tu hermano.
-Yo sí sé que eres capaz. No os matasteis en Mojácar.
-No nos echamos las garras. Pero no seremos los de antes nunca.
-Quizás. ¿Nos vamos?
-¡Sí!

Sigo a Àlex hasta el coche. Uno que siempre me recuerda a Marc. Pero que ya me he acostumbrado a verle a Àlex. Aunque no que no me afecta el coche me lo hace el ver dónde para el coche Àlex. Estamos en frente del edificio dónde estuve viviendo la última vez.

-¿Es aquí?
-Ya te dije que quizás no te iba a gustar.
-¿Es...?
-No. Está un piso por encima.
-Gracias.
-Te espero aquí. Es el 5°C.
-Vale.

Me bajo del coche. Tocó al portero. Subo en el ascensor hasta el 5° y cuando veo al chico que está en la puerta me sorprendo un poco. Es el mismo que me enseñó y alquiló el piso de la 4ª planta hace dos años. Imagino que será el dueño del edificio, y Àlex le conocerá de algo.

Me enseña el piso, bastante parecido al otro. Y firmamos el contrato estando ambos de acuerdo con todo. El alivio que tengo cuando bajo con el contrato firmado y las llaves del piso no os lo podéis imaginar. Aunque la ansiedad vuelve cuando me doy cuenta de que no sé qué voy a hacer ahora.

-¿Te quieres quedar en casa?- me pregunta Àlex.
-¿No le molestará a Marc?
-No está.
-Entonces me encantaría quedarme contigo esta noche.
-Perfecto.

Márquez² (TM 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora