Capítulo 71: En casa.

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(Marc)
Por fin vuelvo a casa. Por fin voy a poder coger a mi pequeño Axel en brazos. Tantas semanas fuera de país asiático en país asiático y sin poder verlos más que a través de una pantalla. Pero ya estoy con Àlex de camino a casa. Los vuelos han sido eternos, pero ya hemos hecho pie en Barcelona y ahora vamos camino a Cervera a dar con Xenia, Axel y los dos perros que se nos van a echar encima en cuanto abramos la puerta.

Demasiado tiempo sin pisar la casa. Espero que Xenia no se haya vuelto loca este mes con dos perros y nuestro pequeño a cargo. Lo menos que quería era agobiarla. Más bien quería que estuviera tranquila y de paso que alguien se ocupase de los perros sin tener que estar yendo y viniendo. También espero que la discográfica no le haya amargado la existencia. Técnicamente está de baja, pero no sería la primera ni la última vez que la hacen trabajar sabiendo que no puede.

-¿Nervioso?- pregunta Àlex.
-Sí. Aunque no sé qué me pone más nervioso. Si volver a ver a Xenia y a Axel. O que tú y Leti no hayáis parado en cinco semanas de follar todo el rato.
-¿Y eso porque iba a ponerte nervioso?
-¿Qué van a decir si la dejas embarazada? ¿Es del espíritu santo?
-Yo no tengo problema como vosotros para admitir que es mi hijo. Pero tranquilo que no hay ningún crío en camino.
-Si tú lo dices...

Cada vez queda menos para que lleguemos a casa. Tengo muchas ganas de ver y estar con mi pequeño. Tiene que estar muy grande en comparación a la última vez que lo cogí. Los bebés crecen en nada. Y yo me he perdido 5 semanas de su vida. Así que seguro que ya hasta habla y todo. Vale, eso no. Pero seguro que está el doble de grande que cuando me fui a Japón.

Llegamos al fin. Y tengo tantas ganas de ver a Xenia y a Axel que le dejo el marrón de las maletas a Àlex. Bueno, no quería dejarle solo con las maletas, solo pensaba ir a por ellas después. Pero Àlex se ha decidido por llevárselas él solo ya.

Shira es la primera en echársenos encima. Sobre todo, a Àlex. Luego vemos a un Stich remolón que ya nos hace caso cuando le llamamos para que venga a darnos la bienvenida también. Y por último por fin aparece Xenia. Aunque sin Axel.

-¿Está dormido?
-Se acaba de dormir. No podía dejarle más tiempo despierto. Ya estaba protestando de cansancio.

Asiento. Quiero coger a mi pequeño, pero sé que tiene que dormir. No voy a despertarle solo porque yo quiera llegar y tenerlo en brazos inmediatamente.

Ya que Axel no está despierto, aprovecho para deshacer la maleta antes de volver con Xenia al salón. Dónde nos quedamos allí sentados sin hablar y sin hacer nada. Solo los dos solos. Xenia apoyada en mi hombro y yo dejándome dormir al sentirla por fin a mi lado y tras el largo trayecto hasta casa. Han sido muchas horas de vuelo. Y muchos km de trayecto. Pero ya estoy en casa. Y tengo a mi familia aquí conmigo.

Àlex parece que no está cansado para nada. Ha cogido a los perros y se ha ido a dar una vuelta. Supongo que en parte para que Xenia y yo tengamos más tiempo a solas. Aunque no tenga energías ni para levantarme de aquí.

-¿Quieres ir a la cama?
-¿Qué?
-Te estás dejando dormir. ¿Prefieres ir a la cama a descansar un rato?
-No. Luego no dormiría por la noche.
-Vale. Voy a ver cómo está Axel. Ahora vuelvo.
-Claro.

Cierro los ojos intentando no dormirme. Y cuando los abro de nuevo veo a mi pequeño viniendo en brazos de su madre.

-Estaba despierto. Todavía no le toca comer, así que aprovecha.
-Ven aquí, campeón. Papi te ha echado mucho de menos. ¡Y qué grande estás!

Sé que Axel no se entera de lo que le digo. O eso creo yo. Pero me sale hablarle. Casi no parece el mismo niño que deje aquí hace 5 semanas. Pero es lo que tiene irse un mes a Asia dejando en casa a un bebé de un mes. Ahora con suerte ya no me perderé nada en algunos meses. Al menos no en tiempos tan largos.

El ratito con mi pequeñín se hace muy corto. No solo porque llevo mucho tiempo sin cogerle y todo me parece poco. Sino también porque estando despierto, no tarda mucho en llamar a mamá para que le dé de comer. Y no me queda de otra que soltarle de nuevo y dejar que Xenia le amamante. Aunque adoro también verlos juntos. No es como tenerle conmigo, pero está aquí al lado. Y estamos los tres en la misma habitación. Ojalá todos los días pudieran ser así. Pero nada más lejos. La semana próxima me voy a Valencia. Y ellos se vuelven a quedar atrás. Así que esta semana vamos a aprovecharla al máximo. Necesito recuperar en parte el tiempo que he perdido al estar trabajando tan lejos.

-No nos vamos a ir de aquí. Tranquilo, papi.
-Parece mentira que sea el mismo niño.
-Crece demasiado rápido. Lo sé. Yo también lo noto. Ya no me imagino el no verlo en 5 semanas. No, al menos, en persona.
-Es horrible tener que estar separado de vosotros.
-Para nosotros también de ti.
-¿Estás segura que no quieres venir a Valencia?
-Sí. Sigue siendo muy pequeño. Sé que lo llevé a Aragón... Pero son muchas horas de coche, y demasiado ruido en el circuito. Prefiero quedarme aquí.
-Yo preferiría saber qué estáis en el camión esperándome.
-Piensa en la salud auditiva de tu hijo.
-No quiero separarme de él otra vez.
-Solo serán unos días.

Me rindo. Sé que Xenia tiene razón. Por el bien de Axel es mejor que se queden aquí en casa. Pero va a ser duro saber que los vuelvo a dejar solos después de volver después de 5 semanas en la otra punta del planeta. Qué duro es esto de ser padre y piloto profesional a la vez. Ojalá poder llevármelos a dónde fuera conmigo. Y lo peor es que Xenia pronto tendrá que arreglárselas sola con su propio trabajo también. ¿Enserio hemos hecho bien con tener a este niño ahora mismo? Bueno, tampoco fue una elección realmente. Vino y ya está. Aunque no me arrepiento de nada. Por Axel daría mi vida todas las veces que hicieran falta.

Márquez² (TM 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora