Capítulo 50: Hay que hacer algo.

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Estoy más calmada. Haberle contado a Marc que estoy embarazada me ha quitado un peso de encima. Uno muy grande. Pero también sigo teniendo miedo. Marc estaba en shock el otro día. Pero después de que se le pase el shock y se dé cuenta de lo que está pasando, ¿cómo va a reaccionar? A ver si va a venir aquí y me la va a liar. Todavía me arrepiento de haberle dejado como le dejé en su coche. Estaba en shock. No debí dejarle solo hasta asegurarme de que estaba bien. Pero no sabía qué hacer. Y no quería que perdiera el día conmigo tampoco. Era su cumpleaños.

Àlex no sabe decirme cuándo vendrá Marc a hablar. Solo me ha dicho que lo ve raro. Medio en el aire. Y es normal. No todos los días te dicen que en 6 meses serás padre. Y menos todavía con tu ex.

También me ha dicho que no sabe qué está haciendo pero que no para en casa casi para poco más que para dormir. Y si ni Alex sabe que trama, que voy a saber yo.

Ahora estoy tranquila en casa. Dándome cuenta después de todos los nervios pasados, que el bebé empieza a notarse ya. Y cómo para no, el tiempo vuela y tampoco es que me enterase pronto de su existencia. 14 semanas ya. ¿Llegaré al final esta vez?

En casi dos meses llegaré a las semanas con las que perdí al otro. Y no quiero ni pensarlo. No quiero volver a pensar en perder a mi hijo. Pienso hacer lo que haga falta para que no le pase nada esta vez. No sé si sería capaz de pasar por eso una vez más. No lo creo.

La mano se me va inconscientemente al vientre. A dónde empieza a notarse que mi pequeño está creciendo dentro de mí. Y podría pasarme toda la eternidad así. En calma, y pensando en mi bebé.

La calma y la tranquilidad se ven cortadas por un timbrazo. Alguien está tocando al portero. Me levanto y respondo. Pero lo único que escucho es que alguien ya ha abierto la puerta. Supongo que será el cartero o publicidad. Así que me vuelvo a sentar en el sofá. Pero ahora suena el timbre de la puerta. Vuelvo a levantarme un poco cabreada y voy hacia la puerta. Miro por la mirilla y no veo a nadie. Así que empiezo a cabrearme y a separarme de la puerta. ¿Quién coño está molestándome hoy?

No llego muy lejos cuando oigo toques en la propia puerta. Así que me decido a abrirla. Y cuando lo hago, paso por todos los estados anímicos, uno detrás de otro. Sorpresa, felicidad, de nuevo sorpresa, y luego cabreo. Pero no soy capaz de moverme.

Por fuera de mi puerta, tengo a Marc plantado, o más bien arrodillado, con un anillo en una cajita en una de las manos. El pulso me va a 1000. ¿Qué está haciendo? ¿Qué significa esto? Ya sé lo que significa, no soy idiota. Me refiero a que pretende con esto. No estamos saliendo. ¿Por qué se le ha ocurrido que sería buena idea pedirme matrimonio?

-Marc...- digo a medias cuando por fin consigo decir algo.
-Escúchame.
-Marc levántate y guarda eso.
-Pero...
-Levántate.
-De acuerdo.

Marc se pone en pie, pero sigue sin guardar ni cerrar la cajita con el anillo. A mí se me va a salir el corazón del pecho como siga mirando esa cosa.

-Entra.

Asiente y entra en casa. Cierro la puerta tras él entrar y nos vamos ambos al sofá. Hay que hablar. Y mucho por lo que parece.

-Guarda eso Márquez.- le digo cuando veo que no lo suelta.
-Xenia.
-No vamos a casarnos. Olvídate de eso. Solo espero que puedas devolverlo, porque no tiene pinta de ser barato.
-¿Y qué querías que hiciera? Vamos a tener un hijo.
-¿Acaso me pediste matrimonio la última vez? No. Solo me dejaste sola en casa y me echaste la culpa de perder a Marc.
-¿A quién?

No respondo. Se me ha escapado por el cabreo el nombre con el que llamo al bebé.

-Al bebé.
-Has dicho Marc.
-¿Qué más da lo que haya dicho? No voy a casarme contigo.
-¿Le querías llamar como yo?
-No. Solo... Ha sido una manera de referirme a él todo este tiempo.
-Yo tampoco me he olvidado, Xenia.
-No es algo fácil de olvidar.
-¿Quieres que me vaya? Puedo volver otro día.
-No.

Nos quedamos en silencio un tiempo. Ninguno sabe que decir ahora. Recordar los días después de perder a nuestro primer hijo para mí es un dolor muy fuerte. E imagino que para él tampoco será muy agradable.

El silencio se alarga. Y nosotros ni nos miramos. Marc debe estar muerto de vergüenza por aparecerse así en mi puerta sin pensarlo bien. Y yo solo puedo pensar en el día en que perdí a Marc Jr.

Seguimos sin decir nada hasta que Marc se decide a hablar.

-Creo que será mejor que te deje sola. No creo que después de lo que acaba de pasar sea el mejor momento para hablar de nada. Ya vendré otro día.
-Marc, no hace falta que te vayas.
-Insisto. Ninguno estamos ahora para hablar de nada. Ya volveré otro día y hablamos de que vamos a hacer. ¿Vale?
-Vale.
-Cuídate.- dice cuando ya se ha levantado.
-Sí, cuidaré muy bien de tu hijo. No te preocupes.
-No hablaba del bebé. Claro que me importa que esté bien. Pero la que más me importa que esté bien eres tú Xenia. Por favor, cuídate.
-De acuerdo.

Marc se va hacia la puerta y se va. Y detrás me voy yo a mi habitación y me meto en la cama a llorar. ¿Por qué ha tenido que venir hincando rodilla ahora? ¿Por qué no lo hizo hace años? ¿Qué ha cambiado? ¿Por qué ahora sí está dispuesto a casarse conmigo y hace 3 años solo supo abandonarme en casa? No tiene sentido. Y si es solo por el bebé, todavía menos. No quiero casarme con nadie por estar embarazada. Y creía que Marc sería lo suficientemente inteligente cómo para darse cuenta de ello. Pero para que no. Que sigue siendo el mismo idiota de hace 3 años.

Márquez² (TM 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora