𝐁𝐔𝐑𝐊. (𝑻𝒐𝒎 𝑹𝒊𝒅𝒅𝒍𝒆)

ℂ𝕒𝕡𝕚𝕥𝕦𝕝𝕠: 7.

༄

𝐿𝑜𝑛𝑑𝑟𝑒𝑠, 𝐼𝑛𝑔𝑙𝑎𝑡𝑒𝑟𝑟𝑎 23 𝑑𝑒 𝐽𝑢𝑙𝑖𝑜 𝑑𝑒 1941.

El día era soleado. Demasiado soleado para el gusto de Stella Stankóv. Ella prefería la niebla, el cielo gris, el frío mordiente que justificara sus abrigos oscuros y la excusa de mantener las distancias. Pero no. El sol brillaba como una burla, y los rayos caían sobre su cabello rubio como si quisieran deslumbrarla.

—Ridículo —murmuró para sí, mientras sus tacones resonaban contra el pavimento irregular del barrio.

¿Lo único bueno del clima? Poder usar ropa descubierta sin congelarse. Aunque, siendo sincera, ella usaba ropa ligera incluso en invierno. Encantamientos de calor. Sencillos. Discretos. Eficaces.

Frunció el ceño al llegar a su destino.
El letrero oxidado, apenas legible, seguía colgando torcido sobre la verja desvencijada.

Orfanato Wool's.
Deprimente.
Inmundo.
Pero, de alguna forma... significativo.

Sacó un espejo de bolsillo para echarse una última mirada. Las ojeras bajo sus ojos verde esmeralda delataban los años sin descanso. Había viajado por todo el continente: cuevas en los Balcanes, ruinas malditas en Irlanda, mercados mágicos en Marruecos, y monasterios prohibidos en Rumania. El agotamiento era evidente, pero cada segundo había valido la pena.

Caminó por los pasillos hasta la habitación 27. Tocó con los nudillos.

Segundos después, la puerta se abrió con lentitud.

—Por fin abres, ni... ¿Tom?

Stella se quedó congelada.

Frente a ella, el niño al que había entrenado era ahora un adolescente de rostro anguloso, más alto, más serio... más hombre. Su presencia era oscura y elegante, como si la sombra se hubiera tejido alrededor de su figura con propósito.

Los ojos de Tom se abrieron apenas al verla. Su expresión cambió, por un segundo, antes de volver a su habitual neutralidad arrogante.

—¿Quién más sería? —preguntó con voz baja, cargada de sarcasmo.