¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El silencio era espeso en la habitación. Solo se escuchaba el crepitar suave de las llamas en la chimenea y el leve sonido de la respiración acompasada de Voldemort, que yacía aún medio recostado entre las sábanas negras de la enorme cama en la mansión Riddle.
Stella se había vestido sin prisa, sin el más mínimo pudor. Se movía con la calma de quien no tenía nada que ocultar y con la seguridad de quien acababa de ganar.
Él la observaba desde la cama. No decía nada. Sus ojos rojos la seguían mientras ella se acercaba a la ventana y se quedaba de pie, mirando el jardín helado bajo la luna.
—¿Vas a quedarte callado toda la noche? Hace un rato apenas podías mantener la boca cerrada. —habló ella sin volverse, su voz suave, casi burlona.
—Estoy pensando —respondió él, con ese tono que sonaba siempre a amenaza. Aunque ahora, parecía más reflexivo que amenazante.
—Eso es nuevo —comentó con una sonrisa ladina. Luego se giró para mirarlo por encima del hombro—. ¿En qué piensas, Tom?
Él frunció el ceño. No le gustaba que usara su nombre de nacimiento. No en momentos como ese. Pero no dijo nada. No quería discutir. No quería romper esa calma.
—Pienso... que me haces perder el control —dijo finalmente.
Stella se acercó, lentamente, hasta la cama. Se sentó al borde, con una pierna cruzada, los dedos largos jugando con la varita que había dejado sobre la mesa de noche.
—Ese era el punto.
—¿Lo hiciste a propósito?
—¿Acostarme contigo? —le sonrió, peligrosa—. Por supuesto.
Él apretó la mandíbula.
—¿Fue una obligación?
—No —se inclinó hacia él, acercando sus labios a su oído—. Fue una elección. Como lo será todo lo que venga después.
Voldemort la observó en silencio. Algo en sus ojos ardía. No era solo deseo. Era duda. Y en él, la duda era veneno.
Stella se levantó nuevamente, girando el rostro apenas para mirarlo por última vez antes de salir de la habitación.