CAPITULO 24.

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Los ataques continuaron y lo inevitable llegó a pesar de las advertencias de Stella a Tom

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Los ataques continuaron y lo inevitable llegó a pesar de las advertencias de Stella a Tom.

El primer cuerpo sin vida fue encontrado hace menos de una hora.

La lluvia golpeaba las vidrieras con furia. El aula estaba envuelta en sombras apenas iluminadas por las llamas de las antorchas flotantes. El silencio era absoluto, salvo por el sonido lejano del trueno que crujía por encima de las torres.

Stella estaba de pie, de espaldas a la puerta, observando la ventana empañada. Sabía que él vendría. Lo sentía como un escalofrío en la espalda.

Y llegó.

La puerta se abrió sin un solo sonido. Tom entró empapado por la tormenta, el cabello oscuro pegado a su frente. Su expresión no era la usual: no había arrogancia. No había satisfacción.

Solo rabia contenida y algo más difícil de reconocer en él: duda.

—La chica está muerta —dijo sin rodeos, cerrando la puerta tras él—. Myrtle Warren. Ravenclaw. Cuarto año. Encontraron el cuerpo hace menos de una hora.

Stella cerró los ojos.
Ya lo sabía. Lo había sentido. Como si el castillo la hubiera despertado con un grito silencioso.

—¿Y qué esperas que haga? —dijo, sin girarse.

—Dippet quiere cerrar el colegio. Ya no se trata solo de rumores o cuerpos petrificados. Esto es muerte. Pánico. Nadie va a cubrirlo esta vez.

Se acercó a ella. Paso firme. Las gotas de lluvia resbalaban por su túnica negra como veneno.

—Necesito tu ayuda —dijo, por primera vez sin manipular su tono. Sonaba... real.

Stella se giró. Lo miró. Y por un momento, Tom dejó de parecer un joven brillante y oscuro. Parecía perdido. Como un niño con demasiado poder y sin suficiente control.

—¿Te arrepientes? —preguntó ella, cruzando los brazos—. ¿De haber soltado a...eso?

Tom negó con la cabeza lentamente.

𝐁𝐔𝐑𝐊. (𝑻𝒐𝒎  𝑹𝒊𝒅𝒅𝒍𝒆)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora