¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Cuando Tom regreso a la mansión Stankov encontró a Stella en la biblioteca sentada en una silla leyendo un libro y con una vaso de whisky de fuego en su mano izquierda.
- ¿Encontraste lo que buscabas?- pregunto la rubia sin apartar la mirada del libro.
- Lo hice.- Respondió fríamente el mago caminando lentamente a ella.
Stella lo miro.
Sin importar la frialdad en sus palabras, ella percibió la decepción e ira en su voz.
- ¿Fue tan malo?- pregunto poniéndose de pie y caminando hasta quedar frente a él.
Tom estaba tan concentrado en ella y el que no prestó atención al libro que leía la rubia.
- No del todo. Fue...productivo. - y decepcionante quizo decir, pero lo evitó . No era de su agradó contar como su único familiar mágico era un hombre mediocre y loco.
Tomó el vaso de whisky de la mano de su pareja.
Antes de que Tom se llevara el líquido a la boca, Stella sostuvo su mano.
- No le puedo dar alcohol a menores. - comentó con una sonrisita burlona y le quito el vaso.
- Pero si se que puedes darme.- Tras terminar de decir esas palabras, Tom tomó a Stella bruscamente de los muslos alzando la del suelo.
La rubia jadeo con sorpresa evitando hacer una mueca de dolor, pues todo su cuerpo dolía y enrollo sus piernas en la cadera de el.
- ¿Y que es?- pregunto inocentemente la rubia.
- Ya lo sabes.- beso sus labios.
Stella soltó una ligera risa y el vaso floto hasta llegar a la mesita.
De un momento a otro se aparecieron en la habitación de la rubia. La ropa comenzó a caer de sus cuerpos (ahora desnudos).
En todo el tiempo que Tom había estado con Stella aprendió una cosa de ella. Le gusta el sexo duro y a el le encanta complacerla.