¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
🤯.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El interior de la tienda mágica estaba sumido en un silencio denso, casi tangible. La fogata encantada afuera ardía baja, apenas un resplandor rojizo que lanzaba sombras en movimiento sobre las paredes encantadas de lona.
Tom Riddle se arrodilló frente a la diadema de Rowena Ravenclaw, colocada sobre una piedra plana como si fuera un altar.
Su respiración era lenta. Calculada. Su rostro no mostraba duda, ni miedo, ni emoción. Solo determinación absoluta.
Sacó del bolsillo interior de su túnica una pequeña daga negra. Antigua. Encantada. El mango estaba grabado con runas de sangre, su hoja hecha de un metal maldito que absorbía más que cortaba.
La sangre era necesaria.
El alma lo requería.
No era la primera vez que mataba.
Pero esta sería la primera vez que usaría la muerte como ofrenda.
Frente a él yacía un cuerpo sin vida: un aldeano muggle que había seguido la pista de "los forasteros" por curiosidad y mala suerte. Tom lo había atrapado sin esfuerzo. Y sin rastro de culpa.
Susurro el hechizo.
Alzó la daga.
El hechizo oscuro que conjuró no fue dicho en voz alta. Era antiguo, arrancado de textos prohibidos y conocimiento arrancado a la magia misma. Un conjuro que exigía sangre, alma y voluntad inquebrantable.
Cuando la hoja bajó sobre el cuerpo ya sin vida, no fue el grito de dolor lo que llenó el aire, sino el desgarrador sonido de algo que se rompía en otro plano: su alma.
La magia que brotó de Tom fue violenta. Negra, espesa y abrasadora. Un aura oscura emergió de su pecho, retorciéndose como si intentara volver dentro de él... pero él no lo permitió.
Extendió las manos sobre la diadema y, como si la oscuridad misma respondiera, la fragmentación ocurrió.
La diadema se estremeció, brilló con una luz azul pálido, y luego... la oscuridad se fundió con ella. La inscripción titiló una última vez.