CAPITULO 29.

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Tantas cosas habían pasado en los últimos años

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Tantas cosas habían pasado en los últimos años.

Ahora estaba en Albania

El cielo estaba cubierto por nubes densas, y el aire olía a humedad, a tierra viva y podrida. En la profundidad de un bosque olvidado por la civilización, solo los susurros del viento entre los árboles hablaban... y el silencio era más antiguo que cualquier hechizo.

Stella Stankov avanzaba entre la maleza con la varita empuñada, su capa empapada por la niebla y sus botas hundiéndose en el barro. Sus ojos —verdes como las hojas de aquel bosque— no se apartaban del pequeño mapa encantado que flotaba ante ella.

La diadema de Ravenclaw.

Un artefacto cargado de sabiduría, magia e historia. Y de maldición.

Sabía que estaba cerca.

No porque lo dijera el mapa, sino porque lo sentía. La energía se filtraba en el aire, quemándole la piel bajo la capa, haciéndole vibrar los dedos. Y... porque había algo más.

O alguien.

—Sabía que no estarías lejos —dijo una voz tras ella, helada, elegante, mortalmente precisa.

Stella giró lentamente. Lo encontró allí, apoyado contra un árbol oscuro y nudoso, como si llevara esperándola horas. Tom Riddle, con su abrigo negro impecable y ese rostro que nunca parecía realmente humano en la penumbra.

—Y yo sabía que vendrías —respondió ella sin sorpresa.

Tom la miró, y por un instante, la sombra de una sonrisa curvó sus labios. Solo una sombra.

—Lo prometiste, ¿recuerdas? Que destruirías la diadema. Que redimirías a Helena Ravenclaw.

Stella mantuvo el rostro impasible.

—Y tú prometiste no mentirme más.

Él se incorporó lentamente, caminando hacia ella como si cada paso fuese deliberado.

—No te he mentido, Stella. Solo no te lo he contado todo.

—¿Eso es lo que eres ahora, Tom? —preguntó con veneno suave en la voz—. ¿Un recolector de reliquias para despedazar tu alma una y otra vez?

𝐁𝐔𝐑𝐊. (𝑻𝒐𝒎  𝑹𝒊𝒅𝒅𝒍𝒆)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora