CAPÍTULO 28.

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La brisa arrastraba hojas doradas por los jardines, y el sol comenzaba a caer sobre las torres del castillo, tiñendo el cielo con un tono anaranjado suave

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La brisa arrastraba hojas doradas por los jardines, y el sol comenzaba a caer sobre las torres del castillo, tiñendo el cielo con un tono anaranjado suave.

Stella Stankov caminaba con las manos tras la espalda, su túnica negra ondeando con gracia, y su mirada clavada en la lejanía del lago. Sus pasos eran calmos... hasta que escuchó el tintineo de una campana familiar.

—Profesora Stankov —saludó Albus Dumbledore, con su habitual tono cordial, aunque su mirada azul tenía un brillo inquisitivo.

—Profesor Dumbledore —respondió con una pequeña sonrisa, deteniéndose para verlo—. ¿Paseando o siguiéndome?

—¿Puedo decir que ambas? —respondió con una ligera risa que no suavizó del todo el filo en su mirada.

Caminaron unos pasos juntos en silencio.

—Quería agradecerle —empezó él, rompiendo el momento—. Por su intervención a favor del joven Hagrid. Me temo que el profesor Dippet no suele cambiar de opinión con facilidad... pero dos voces firmes como la suya y la mía lograron lo imposible.

—Hagrid merecía algo más que el destierro. A veces la justicia tarda... pero llega —contestó Stella, sincera en eso, mirando hacia el bosque prohibido, donde sabía que el semigigante ya trabajaba.

—Sí —asintió Albus, con suavidad—. Me alegra ver que aún conserva esa humanidad, Stella. A veces, los que caminan demasiado cerca de la oscuridad... olvidan cómo reconocer la luz.

Ella giró lentamente hacia él, enarcando una ceja.

—¿Esa es una advertencia velada, profesor?

—Oh, no. Solo una reflexión. Aunque... ya que lo menciona —dijo mientras jugaba con un pequeño broche de su túnica—, he notado que ha mantenido cierta cercanía con Tom Riddle.

El nombre cayó como una piedra en un lago en calma.

Stella no se inmutó.

—¿Y eso le preocupa?

𝐁𝐔𝐑𝐊. (𝑻𝒐𝒎  𝑹𝒊𝒅𝒅𝒍𝒆)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora