CAPÍTULO 9

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Erik

Cuando Amara me llamó minutos antes de encontrarme con Rory, no esperaba que me dijera que la rubia tiene una debilidad por la comida argentina y que comenzaría a soltar todo mientras come. En verdad no le creí, hasta que una hora después estábamos hablando de nombres para bebés.

Mientras Rory termina su... ¿tercer? plato de pasta, me le quedo viendo como bobo. Su labial ha desaparecido y queda su color rosado natural, que le queda extremadamente bien, lo que me recuerda a cuando su boca estaba en... No. Debo dejar de pensar en eso mientras está comiendo. Es inaudito.

Parece notar el peso de mi mirada porque levanta la vista y su ojo café y celeste se clavan en los míos, son fascinantes y me niego a desviar la mirada y perderme de tal lujo. Y justo ahí, veo un atisbo de sonrisa, casi inexistente pero lo noto. Ella misma dijo que verla sonreir es un privilegio que no le da a cualquiera y, joder, no se equivocaba. Puede que suene tonto... pero me siento especial porque me deje ver una parte de ella. Esta parte de ella.

La música ha subido de volúmen y Aurora ve su alrededor, ve cómo las personas se ponen de pie y van a bailar una danza extraña a la mitad del restaurante, ve como ríen mientras bailan y hace un mohín.

Me pongo de pie y se fija en mí. Sonrío.

—¿Bailas?

—Tú no sabes bailar esto —apoya su espalda en el respaldar de la silla y sonríe.

—¿Y tú sí? —arqueo una ceja.

—Sí.

—Pues enseñame.

—¿Así como te enseñe a...?

—¡Rory! —mis mejillas se calientan y bajo la vista.

—Anda, vamos —acepta mi mano que había quedado tendida en el aire y me guía a donde todos bailan— .La danza se llama tango, es un poco complicada pero podrás con ella.

—Mhm.

—Este tipo de tango es el caminado, el improvisado —coloca una mano a un lado de su torso y ella igual, luego me da la mano y queda en el aire. Pega su pecho al mío— .Es improvisado para nosotros porque es la primera vez que bailamos, no practicamos nunca y no sabemos los movimientos del otro.

La canción que sonaba hace unos minutos está terminando y ella sonríe cuando comienza otra.

—Hay que moverse en sentido contrario al reloj —avisa y asiento— .No pienses mucho, yo te guiaré, con mi torso sobretodo.

La música comienza a sonar, y como dijo, me guía con su torso. Miro mis pies moverse de una manera en la que no tenía idea que podían moverse y me relamo los labios.

—Mírame —dice y lo hago. Sus ojos brillan bajo la luz anaranjada y por mi pecho se extiende un calor embriagador— .El tango transmite muchas cosas, depende de como lo bailes. Muchos lo bailan con dolor, como si estuvieran en agonía, pero yo prefiero bailarlo con sensualidad y como si nos estuviéramos perdiendo, consumiendo.

—Pues bailemos, cariño.

Sonríe y nos seguimos moviendo en medio de la pista improvisada, noto como algunos ancianos se nos quedan viendo con sonrisas en sus rostros y otras parejas se hacen a un lado para nosotros.

Nuestros ojos están conectados en todo momento, no sólo me guía con su torso sino también con esos iris brillantes.

Cuando la canción acaba, todos a nuestro alrededor aplauden, ella los mira y su sonrisa se agranda. Le gusta la atención, se rodea constantemente de ella y se la merece. Yo también sonrío y pongo una mano en su cintura para que, cuando los aplausos terminan, volver a nuestra mesa.

Irresistible Tentación [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora