CAPÍTULO 33

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Aurora

Las puertas del elevador se abren, dejándome ver los cálidos colores de la guardería. El oficial me da un asentamiento, el cual correspondo, y la recepcionista no me ve, ya que está hablando por teléfono.

La guardería es un piso completo, hay pocos niños —muchas de las mujeres de aquí no quieren ser madres o sé quieren dedicar completamente a su trabajo— ,por lo que se tuvo que hacer pocas habitaciones, las cuales son enormes. En total hay seis habitaciones, una de ellas tiene el techo transparente y pasto sintético, simulando ser un jardín, claro, es más cerrado pero de igual forma le encanta a los niños.

Encuentro a mis hijos en la habitación que se usa únicamente para hacer actividades relacionadas al arte. Cassie pinta un cuadro mientras que Jordan juega con un tren, de vez en cuando viendo a su hermana. Los otros niños están del otro lado de la habitación junto a la maestra.

—Te tardaste, mami —beso la coronilla de Jordan y luego la frente de Cassie. Me siento en el suelo, al lado de mi hijo.

—Lo siento, mi cielo —les sonrío— .Tuve una reunión con una persona y me llevó más tiempo del que creí.

—¡Juega conmigo! —me tiende un tren y baja la vista al suyo para comenzar a pegarle al que tengo en la mano.

—¿Estás bien, mami? —mis ojos se abren al oír la voz de mi hija y la miro. Deja el pincel a un lado para mirarme con un mohín.

—Claro que sí, preciosa —reacciono y arrugo las cejas— .¿Por qué?

—Estás extraña desde hace unos días —arquea su pequeña ceja— .Desde ayer, para ser exactos.

—Pues estoy bien, no debes preocuparte.

—Siempre les dices esas cosas, Cass —Jordan rueda los ojos con una sonrisa— .Y siempre te equivocas.

—¡Pero está vez sé que no! —respira hondo y vuelve a sujetar el pincel— .Siento una energía nueva.

Jordan hace una mueca.

—Estás loca.

—Escorpianos tienen que ser —bromeo— .¿Una nueva energía, hija? ¿Y eso es bueno?

—Aún no lo descubro —río y ella vuelve a pintar— .Pero lo haré.

—Hoy no estaré para cenar —ella me mira de reojo y Jordan deja de jugar para mirarme con el ceño fruncido.

—¿Pero por qué? —se queja mi hijo.

—Sí, mami, ¿por qué?

—Cenaré con un viejo amigo.

—¿Viejo amigo? —vuelve a arquear su ceja— .¿Y este amigo ha llegado hace poco?

—No seas chismosa —la reprendo y me pongo de pie— .Vamos a casa, ¿Si?

—Sí, mami —dicen al unísono y Cassie deja su pintura cerca de una ventana, Jordan guarda sus juguetes en un cesto y se despiden de la maestra al igual que yo.

Oliver está en la sala cuando llegamos, los niños lo saludan y van a su habitación. Dejo mi bolso en el sofá y se me acerca, saludándome con un beso en la mejilla.

—¿Segura que no quieres ir a cenar a ese estupendo restaurante que te dije? —pregunta mientras me abraza por detrás— .Oí que es maravilloso, y tiene unos estupendos platos...

—Segura, Oliver —me deshago de su agarre y me muevo a la cocina, buscando algo para beber. Me contengo de rodar los ojos cuando veo que me sigue y abre la puerta con fuerza.

—¿Qué diablos te sucede, Aurora? —dejo el vaso en el lavabo y me apoyo en la mesada, suspirando— .Antes íbamos a cenar todo el tiempo, ¿por qué ya no quieres?

—Ya tengo una cena importante hoy —me voy de la cocina y subo las escaleras para ir a nuestra habitación.

—¿Ah, sí? —me sigue al armario y se queda allí, viendo cómo elijo mi atuendo— .¿Y con quien?

—Con un nuevo socio —respondo sin quitarle la vista a un vestido.

—Usarás vestido —susurra y lo miro de reojo. Sus ojos están abiertos como plato y los tiene cristalizados— .Dime algo, Aurora, ¿Él ha vuelto?

Bajo el vestido y me giro completamente para mirarlo.

—Sí, lo vi ayer por primera vez —asiente y aprieta los labios— .No sabía que volvería, Mara...

—No me debes explicaciones —se acerca a tomarme por los hombros y sonreírme, aún con lágrimas en los ojos— .Te amo, Aurora y confío en lo que haces.

—También te quiero, Oliver —pongo una mano sobre la suya y le sonrío— .Pero es solo una cena, no tienes que preocuparte.

—Tampoco tendría de qué, ¿O no?

Suelto una risa nerviosa y voy al baño.

—Me daré una ducha.

—Claro.

Cuando salgo no hay rastro de Oliver. Miro el vestido rojo vino que dejé sobre la cama y pienso seriamente si esto es una buena idea.

No tengo idea por qué accedí, es solo qué... no pude negarme al ver sus ojos y la desesperación en ellos. Aún me cuesta aceptar que él ha vuelto, no quiero que mi vida se ponga de cabeza, tampoco para mis hijos, ni para nadie. Sin embargo, hay cosas que no se evitan y el destino es un cabrón al igual que el karma.

Erik me envía un mensaje con la dirección del restaurante justo cuando termino de cambiarme. Me despido de mis niños y de Oliver y conduzco al lugar, me dan ganas de reír al ver que solo estamos a unas manzanas del muelle.

Él aún no llega, por lo que elijo una mesa y pido una botella de vino mientras lo espero. La primera copa la acabo de un trago. Necesito alcohol en mi sistema si quiero pasar está noche lo suficientemente tranquila como para no enojarme.

Los segundos, minutos y las horas pasan y él sigue sin cruzar la puerta de la entrada.

Un mesero se acerca y ordeno un platillo, que Erik me haya dejado planteada es... algo nuevo, no lo sé. Sé que el Erik de hace tres años jamás lo hubiera hecho, pero también sé que la Aurora de hace tres años es lo opuesto a la de ahora.

Las personas cambian, para bien o para mal, lo hacen. Y no siempre es porque quieren, sino porque nuestro alrededor, o nuestra situación, amerita un cambio. 

Irresistible Tentación [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora