CAPÍTULO 39

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Aurora

Dejo a los niños en sus habitaciones en cuanto se quedan dormidos y vuelvo a la sala, apago la televisión y limpio lo que se ha ensuciado.

Extrañamente Lina quiso ver una película y no pude negarme, compré comida chatarra y con suerte duraron media película despiertos. Siento que darle ese cuaderno a Lina fue una buena idea, que de alguna forma me devolvió a la niña que era.

Acabo de limpiar y estoy por apagar las luces cuando la puerta principal se abre. No me sorprende ver a Oliver allí, no es la primera vez que desaparece por un tiempo.

—¿Te quedarás ahí? —me cruzo de brazos y entrecierro los ojos— .¿Dónde has estado?

—Con una amiga —cierra la puerta y se sienta en el sofá, me muevo a su lado— .¿Cómo han estado las cosas por aquí?

—Tranquilas para todo lo que ha pasado —suspira y refriega sus ojos.

—Lo siento, no debí irme —se disculpa y se quiere acercar, pero no se lo permito— .Rory, necesitaba mi tiempo.

—Y lo entiendo, no te culpo, pero al menos hubieras mandado un mensaje diciendo que estas bien.

—¿En verdad te preocupaste? —ladea la cabeza y suspiro.

—Oliver, siempre me preocuparás —tomo sus manos— .No importa que...

—¿Que no me ames?

—Oliver...

Sonríe triste.

—Lo sé, Rory, y en este tiempo pude pensar con claridad.

—¿Y a qué conclusión llegaste? —cuestiono con curiosidad.

—No te puedo obligar a amarme, eso está claro. Solamente quiero hacerte feliz, a ti y a los niños, y eso significa alejarme lo haré.

—No —interrumpo y tomo sus manos— .Ellos te aman y si te alejas los lastimaras, pero ¿en serio quieres alejarte de ellos?

—Jamás lo querría, pero su verdadero padre ha aparecido y yo no tengo nada que hacer aquí.

Aprieto sus manos.

—Me equivoqué al decirte que no lo eres, Oliver. Fuiste su padre desde que llegaste y el que Erik esté aquí no cambiará que dejen de verte como a un padre.

Sus ojos se llenan de lágrimas y besa el dorso de mi mano.

—¿En verdad lo crees?

—Por supuesto, Oliver —lo atraigo a mí y lo abrazo con fuerza— .Y nada podrá cambiar eso.

—Gracias, Rory. Muchas gracias.

Sigue sollozando en mi pecho y yo acaricio su cabello.

Oliver es una de las personas más importantes para mí, y lo amo pero no la manera en la que amo a Erik. Y si quiere ser parte de la vida de mis hijos tiene que aceptar las nuevas condiciones que pondré y no hay lugar a quejas.

Se incorpora y seca sus lágrimas de sus mejillas. Me sonríe como puede y le devuelvo la sonrisa.

—¿Ya has hablado con Erik?

Suspiro y rasco mi nuca.

—Algo así —arruga las cejas— .Le di algunos vídeos de los niños y le dije que tomara una decisión.

—¿Y tú qué quieres que haga?

—¿Yo? —repito frunciendo el ceño y asiente— .Pues... quiero que se quede, pero si él no lo desea así no puedo hacer nada.

Suelta una carcajada y mira al techo a la misma vez que niega con la cabeza.

—Ay Rory —detiene las carcajadas y me mira con aprecio— .Si puedes hacer algo si quieres que se quede contigo, lucha por él. Lucha y hazle entender lo que sientes.

—Pero...

—Durante toda tu vida las personas te rogaban para que te quedaras con ellos —toma mis manos sin dejar de mirarme a los ojos. Arqueo una ceja— .Nunca has tenido que pedir que se quedaran, todo era fácil para ti... sin ofender, claro.

—No me ofendo —me encojo de hombros— .Entiendo tu punto, pero nada garantiza que se quede, ¿en serio crees que servirá de algo?

Sonríe triste.

—Sí, sí lo creo.

—Ah —me enderezo y relamo mis labios— .Pues... gracias por el consejo.

—Cuando quieras —sonríe y nos ponemos de pie— .Ahora si me disculpas, hay una linda y cómoda cama que me espera.

Suelto una carcajada y asiento.

—Te acompaño.

°°°

La noche pasó lentamente, me ha costado dormir y cuando por fin lo hice, mi alarma sonó a los diez minutos. Erik ha estado en mi mente estas horas, algunas veces casi lo llamó, otras casi me subo a mi auto y voy por él..., pero no me animé a hacer alguna de ellas.

Oliver deja a Lina en la escuela y yo me voy con los mellizos a la firma, luego de dejarlos en la guardería voy a mi oficina y trato de mantenerme concentrada en mi trabajo. Pero no puedo y término preguntandole a Spencer si Erik se ha reportado, mis ánimos recaen al recibir una respuesta negativa.

Mara entra a mi oficina, sacándome de mis pensamientos. La miro y le doy una sonrisa de boca cerrada a la misma vez que me siento en el sofá y me abrazo a mi misa.

—¿Qué te sucede? —se acerca con el ceño fruncido y se sienta a mi lado— .¿Estás bien?

—Sí sí... solo pensaba —entrecierra los ojos y hago una mueca— .Bueno, tal vez no estoy bien del todo.

—Lo sé, cariño —abre sus brazos y no tardo en refugiarme en ellos— .¿Es por Erik?

—Es por mí —mi voz comienza a temblar y respiro hondo antes de seguir hablando— .Erik no tiene la culpa de nada, yo fui la que lo alejé hace tres años, no pude abrirme y dejarme llevar y ahora... ahora todo es un desastre.

—Ah, cariño —acaricia mi cabello y hace que me incorpore— .Deja de ver las cosas de esa manera, mil veces te he escuchado decir que el pasado debe quedar en el pasado; pues hazlo. Haz que el pasado se quede allí. Olvidalo y concéntrate en el presente, en no volver a cometer los mismos errores.

—Lo intento, Mara, enserio que sí...

—Pues no alcanza —la determinación en sus ojos me sorprende y hace que me quede muda— .Hablé con Oliver, me ha puesto al tanto de lo que hablaron, él quiere que seas feliz y yo igual. Si no quieres cometer esos errores, ve con Erik y dile todo lo que no pudiste decirle hace años, lo que quieres decirle ahora, en estos momentos.

Despeino mi cabello antes de ponerme de pie y mirar fijamente la pared de enfrente. Suspiro y muerdo mi labio inferior. Siento a Mara a mis espaldas y la miro cuando pone una mano en mi hombro.

—Hazlo —asiento y su rostro se adorna con una sonrisa de oreja a oreja— .Yo te llevo, no dejaré que conduzcas en ese estado.

Suelto una carcajada.

—Tú solo quieres estar presente por chismosa.

Finge estar ofendida, llevándose una mano al pecho.

—¿Insinuas que soy solo una chismosa?

—Sí.

—Ay pues, no te equivocas —sonríe— .Igual tu sabes que voy por ti y por si me necesitas.

—Lo sé —me abraza antes de buscar nuestras cosas y subirnos a su auto.

No sé dónde conduce, no hablamos durante el trayecto, tampoco sabría qué decirle en este momento, a ella o a Erik. Siempre supe que decir, encontraba las palabras perfectas para expresar lo que quería decir y que se entendiera sin inconvenientes, aunque siempre preparaba todo con demasiada anticipación y ahora solamente... tengo que relajarme. 

Irresistible Tentación [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora