Ella siempre estaba en silencio, en un mundo donde los gruñidos son la banda sonora, hasta que él la hizo gritar.
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—EL CHICO DE LA GASOLINERA—
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CARL.
ME DESPERTÉ EN mi cama. Sentí la venda de mis ojos pesar sobre mi cara. Levante una de mis manos para frotar mi cara y alejar un poco el sueño que todavía sentía, fue entonces cuando sentí mi otro brazo atrapado.
Giré mi cara y la vi. Mi brazo por debajo de su cuello, rodeando su cuerpo con él. Ella aún dormía, con una cara de tranquilidad y con su cabeza apoyada sobre mi hombro. Gran parte de su cuerpo estaba tapado con la sábana, al igual que el mío.
Después de que Dana y Devyn se fueran, Ronin sólo lloró por largo rato, abatida por todas las sensaciones y no fui capaz de separarme de ella y dejarla sola, por lo que acabamos durmiendo en mi cama, abrazados.
—Ronin.—dije acercándo mi brazo libre a su hombro para poder despertarla.
Pero al llamarla solo conseguí un gruñido de su parte y se removió en la cama, abrazando por completo mi cuerpo y pasando una de sus piernas por encima de mi cadera, atrapandome por completo. Ella ni si quiera fue consciente de ese acto, pero a mi me tensó por completo, sintiendo cada centímetro de su cuerpo pegado al mío, con su pierna sin pantalones sobre mi cuerpo llamando mi atención con deseo.
—Ronin.—volví a llamarla y esta vez mi voz sonó más ronca y nerviosa.
—Cállate.—a la vez que hablaba movió su cabeza dejando sus labios tan cerca de mi cuello que pude sentir como me robazan, además de que su voz sonó completamente adormilada.
—Ronin, tenemos que levantarnos. Mi padre puede entrar en cualquier momento y ya tuve bastante con la conversación del otro día.—dije un poco más relajado.
Ella escucho mis palabras y tras unos segundos rodó por la cama girandose por completo y alejando todo su cuerpo de mi, cuando sentí el frío que dejaba la ausencia de su cuerpo me arrepentí de haber abierto la boca.
—Esta bien, dame mis pantalones.—respondió de mala gana aún tirada en la cama.
Al oír su orden me levante de inmediato y la pase los vaqueros que estaban tirados por el suelo.
La chica se levanto con cara de sueño en cuanto tuvo sus pantalones en la mano.
—Date la vuelta y no mires.—me ordenó muy seria.
Una sonrisa ladeada se escapó de boca pero la obedecí. La noche anterior Ronin se quito los pantalones bajo las sábanas para dormir más cómoda y me hizo jurar que no miraría por debajo de ellas, y por supuesto no lo hice y la respete, pero parecía que no se había dado cuenta que hace unos minutos ella misma me había enseñado sus piernas al moverse dormida. Aún así no dije nada y la chica pudo cambiarse en la intimidad.
