I. EL GRANERO

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{THE WALKING DEAD}

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—EL GRANERO—

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CARL.

DESPUÉS DE TANTO andar, después de tanta mierda. Después de deambular por las carreteras como si fuéramos caminantes, pasar hambre y no dormir, Daryl encontró un granero donde podríamos descansar y coger fuerzas. 

Empezó a llover a cantaros justo antes de entrar. Nos apresuramos y todos nos adentramos al granero. 

Segundos después de cerrar la puerta escuchamos el sonido de dos armas quitandoles el seguro.

Nos dimos la vuelta frenéticamente. Solo eran dos personas, un hombre y una chica, aparentemente de mi edad. Su aspecto era casi tan lamentable como el nuestro. 

Ambos nos apuntaron. 

—Dejad las armas en el suelo.—nos dijo el hombre con voz potente. Mire a mi padre, el miraba con furia al hombre quien le apuntaba directamente a él. 

Ninguno de nosotros hizo el amago de dejar las armas. 

La chica y el hombre se miraron.

Cuando volvieron la mirada a nosotros el arma de la chica dejo de apuntar a Glenn para apuntar ahora a Judith, la cual cargaba en mis brazos. Todos nos tensamos. 

—¡No te atrevas a hacerlo!—dijo mi padre furioso.

—No queremos hacerlo, solo queremos asegurarnos de que no nos hagáis daño.—dijo con calma el hombre.—Soltad las armas, por favor.—dijo apretando su arma.

La chica no se movió, no le temblaba el pulso por estar apuntando a un bebé. Mi mirada estaba fija en ella, la miraba con odio. 

—De acuerdo.—dijo mi padre. Nos miro a todos y asintió.

Lentamente todos dejamos las armas en el suelo y las empujamos hacía ellos. 

El hombre miro a la chica y le asintió, ella dejo de apuntar a Judith para después agacharse a por las armas con cautela. 

—Los cuchillos, machetes y espadas también.—dijo él con más simpatía. La chica tomo los cuchillos y el resto de las armas y las dejo sobre una mesa. 

Después dejo también todas sus armas. Se acerco al hombre. 

—Dejaremos todas las armas en esa mesa.—hablo mientras la chica le ayudaba a quitarse los cuchillos.—Así hablaremos más tranquilos, mañana cuando nos vayamos de aquí cada quien cogera sus cosas y no habrá problema.—dijo para después dejar de apuntarnos.

La chica dejo todo con el resto de armas y una vez desarmados nosotros no dejamos de estar tensos hasta que mi padre hablara. 

—¿Tú eres el líder?—se dirigió a mi padre.

SILENT || CARL GRIMESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora