Ella siempre estaba en silencio, en un mundo donde los gruñidos son la banda sonora, hasta que él la hizo gritar.
⚠️ Advertencia: Si tienes menos de 13 años NO deberías leer esta historia.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
_____________________●●●____________________
DANA
—¿Esto es enserio?—preguntó Adam indignado, releyendo una y otra vez la nota por encima de mi hombro.
—Tu familia es la peor basura del mundo.—opino Daila con el morro torcido.
Adam y Ciro la miraron mal.
—No, tiene razón.—dije con un nudo creciendo en mi garganta.—Mis padres son horribles.—finalice sentándome en el sofá y a la vez sacando una pequeña capa de polvo.
—Todo se ha ido a la mierda.—siguió Adam imitando mi gesto y sentándose a mi lado.
—¿Qué vamos a hacer ahora?—se lamentó Ciro sentándose a mi otro lado.
—Yo os voy a decir lo que vamos a hacer.—anunció grosera Daila mirándonos de pie y enfadada.—Tenemos que prepararnos.—dijo firme.
—Prepararnos, ¿para qué?—preguntó Adam confuso y desconfiado.
Daila resopló mientras se movía por la habitación.
—Si es verdad que hay muertos que no mueren tendremos que estar preparados, tener comida, medicamentos, armas.—puntualizó con un poco de estrés en su voz.
—Pero el gobierno se hará cargo de esto, ¿no?—opino Ciro encogiendose de hombros.
Entre los cuatro se hizo un silencio incómodo, pues ninguno de los tres sabíamos que responder ante su pregunta.
Adam fue el que se adelanto y cogió el mando a distancia para poner las noticias.
El televisor se encendió y los cuatro hicimos silencio para prestar toda nuestra atención a las noticias.
El gobierno había dejado al mando al ejército, quienes habían creado campamentos en diferentes partes del estado. Sin embargo, los no muertos se multiplicaban sin cesar, y parecía que cada vez hubiera más.
—Esto no pinta nada bien.—opino el rubio y sentí como temblaba a mi lado.
Por un momento me olvide de mi familia y me centre solo en el problema que teníamos delante.
—Tenemos que ir a uno de esos campamentos.—sentenció Daila cruzandose de brazos.—Hay un canal de radio, ¿Tienes una radio?—preguntó mirándome fijamente a mi.
