Ella siempre estaba en silencio, en un mundo donde los gruñidos son la banda sonora, hasta que él la hizo gritar.
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RONIN
Esta cama es incómoda, esta casa es pequeña, aquí hace mucho frío, la gente habla muy alto, todo es muy molesto. O todo es una mierda, ya no lo sé.
Me gustaba estar a solas con mi hermana, era como una realidad paralela. Las dos solas, sin hablar con nadie, sin fantasmas del pasado, sin recuerdos horribles. Era satisfactorio estar así, era relajante, casi terapéutico.
Pero volver a una comunidad, aunque fuera nueva y completamente distinta, me traía un montón de recuerdos y sensaciones que había tratado de olvidar por mucho tiempo.
Me encabronaba eso, era horrible y hacía que todo me pareciera una mierda.
Mi hermana salió del baño de la pequeña caravana que teníamos como hogar, llevaba el pelo mojado y se lo secaba con una toalla.
—¿Hoy tampoco vas a hacer nada?—me pregunto de mala gana.
—Sí, voy a salir a dar una vuelta a buscar comida o algo.—dije tirada en la cama sin molestarme en incorporarme.
—Osea, nada.—dijo colocandose su chaqueta de cuero.
Dana se arrodilló junto a mi en la cama y me miro fijamente.
—Ronin, llevamos casi dos meses aquí, ¿por qué no intentas integrarte?—me preguntó con dulzura.—¿Qué es lo que te tiene tan mal?—estaba preocupada.
Me gire sobre la cama y quedamos cara a cara.
—Era más fácil cuando solo eramos tú y yo.—la susurré.—Dana, no quiero volver a encariñarme con nadie y que muera.—traté de no pensar en Carl al decirlo.
Dana suspiró con lástima y me acarició la cabeza.
—Pero eso forma parte de la vida.—dijo cariñosamente.—Si no te perderás la parte divertida de la vida.—
—¿Tú no tienes miedo de perder a nadie?—pregunté interesada.
—Claro que sí, pero es mejor disfrutarlos todo lo que se pueda.—me dedico una sonrisa apacible.
—¿Y por donde empiezo?—pregunté todavía un poco dudosa.
—Alex me ha dicho que necesitan ayuda en el huerto y tu sabes hacerlo.—dijo incorporándose.—Simplemente ve y di que quieres ayudar.—
