Ella siempre estaba en silencio, en un mundo donde los gruñidos son la banda sonora, hasta que él la hizo gritar.
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—NEGAN—
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CARL.
ASÍ PERMANECIMOS DURANTE un buen rato hasta que las puertas de la entrada a Alejandría se escucharon.
Ronin y yo nos miramos y soltamos nuestro abrazo para poder mirar por la ventana, se trataba de mi padre.
—Viene solo.—dije alarmado.—Vamos, coge a Judith.—la pedí a la vez que me colocaba el sombrero.
Salí a paso rápido a la vez que Ronin me seguía con, la aun dormida, Judith en brazos.
—¿Qué ha pasado? ¿Dónde están Morgan y Carol?—dije atropelladamente nada más reunirme con él.
—Morgan la sigue buscando, pero nosotros te-...—lo que fuera a decir mi padre se vio interrumpido por los gritos de Logan.
—¡Rick!—gritaba mientras corría en nuestra dirección.
Todos nos alarmamos nada más verle.
—A Maggie la pasa algo con el bebé, la duele mucho.—dijo angustiado y asustado.—Tenemos que ir a ver al medico de Hilltop.—anuncio con severidad.
Mi padre se puso en marcha enseguida.
—Necesitamos ayuda, Morgan y yo hemos descubierto que los Salvadores siguen por ahí.—dijo de forma pensativa.—Lleva a Maggie a la caravana.—le dijo a Logan y el salió corriendo sin esperar un segundo.—Vosotros dejad a Judith con algún vecino e ir a por las armas, las necesitaremos.—mi padre nos miro con severidad.
Internamente me alegre de poder ir.
—Yo voy a por los nuestros.—dijo y salió corriendo.
***
Ronin y yo dejamos a Judith con la primera señora confiable que vimos y salimos corriendo a la armería sin cruzar palabra alguna.
Al llegar allí vimos tres cabezas, la de Enid, la de Gabrielle y la de Dennis.
—¿Qué hacéis aquí?—dije serio y con autoridad, Ronin mantenía la postura a mi lado.
—Maggie esta mal, yo voy.—sentencio Enid.
—Nosotros queremos ayudar.—dijo Dennis casi al mismo tiempo.
Por un segundo deje de mirarlos y mire a Ronin, ella me negó con la cabeza, no podíamos dejarlos ir pero debíamos ser más listos.
—Traer las armas del armario.—dije pero solo las chicas me obedecieron y Ronin no perdió ni un segundo para encerrarlas.
—¿Pero que hacéis?—dijo Dennis tratando de sacarlas, las cuales gritaban y daban golpes. Le detuve antes de que diera dos pasos al armario.
