EPÍLOGO II

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18 AÑOS DESPUÉS.

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RONIN.

TERMINÉ DE PREPARAR el riego automático del huerto comunitario, mire satisfecha mi trabajo a la vez que sacudía el exceso de tierra de mis manos.

Cuando llegue a la puerta de mi casa, apoyada en la pared estaba Dana. Llevaba el pelo recogido en un moño despeinado, de esta forma se le notaban más las canas y su cara despejada dejaba ver las pocas arrugas que la habían salido por la edad.
Aunque Dana fuese mayor no había perdido el estilo que tenía desde que la encontré como Salvadora, llevaba su, ya mítica, chaqueta de cuero negra remangada hasta los codos, unos pantalones grises y sus botas negras.

A pocos pasos de ella me vio y se enderezó para acercarse a mi.

—¿Pasa algo?—dije arrugando el ceño.

—Alex ha convocado una reunión.—cuando hablaba de ella, le era inevitable no sacar una sonrisa. Mi hermana estaba enamorada.

—¿Algo grave?—dije aunque tuviera una sonrisa en el rostro.

—Oh no, solo quiere reordenar los turnos de exploración.—sus manos se metieron en los bolsillos de la chaqueta.—Quiere meter a gente nueva en las patrullas.—su voz sonó un poco más baja.

Alex, era la líder de nuestra comunidad, El Desenlace, era una mujer fuerte y guererra, y durante años ha sido una gran líder pero esta vez sabia que las palabras de mi hermana llevaban algo más.

—¿A quienes?—cuestione y un escalofrio recorrió mi espalda.

Dana era la que mejor conocía a Alex, ellas estaban juntas desde hace tantos años que perdí la cuenta.

Dana se mordió el labio inquieta, cosa extraña en ella, y miro hacia una dirección concreta.

Sin dudarlo mire a donde ella miraba. Y ahí estaba él, partiendo leña con otras dos personas. Llevaba una camiseta de tirantes que en algún momento fue blanca, una camisa de cuadros anudada a la cintura y un hacha en la mano.

—No.—dije firme.—Él no.—

Sin esperar contestación me dirigí al hogar de Dana y Alex, la casa situada en todo el centro de El Desenlace. La morena me siguió a grandes zancadas.

—¿Por qué no?—dijo algo molesta.—Está más que capacitado para hacerlo.—

—Es un crío.—hablé sin detenerme.

SILENT || CARL GRIMESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora