Ella siempre estaba en silencio, en un mundo donde los gruñidos son la banda sonora, hasta que él la hizo gritar.
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—CONFIANZA—
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CARL.
—¿QUE HACEIS AQUI?—una voz gruesa, rasgada y casi intimidante, si no fuera porque la conozco demasiado bien, me despertó.
Al principio fue con una leve sorpresa, pero poco a poco mi mente fue haciendo memoria. Seguía sentado en el suelo, con Ronin en mis brazos, en el cuarto de Daryl y por la ventana amenazaban con entrar los primeros rayos de luz del día. Nos habíamos quedado dormidos.
Mire a Daryl parado en la puerta con una mano en el pomo y otra sujetando su ballesta.
Me removí y eso despertó completamente a Ronin, ella me miró por un leve instante asustada pero enseguida su mirada se calmó y miro a Daryl como si toda esta situación fuera completamente normal.
Daryl nos miró esperando una respuesta.
Ambos nos levantamos del suelo y nos estiramos para destensar los músculos rígidos por la posición.
—Lo siento, nos quedamos dormidos.—fue lo único que dije cogiendo el sombrero del suelo y colocandolo en mi cabeza.
—¿Por qué estabais en mi habitación?—dijo en un tono claramente molesto y hasta un poco amenazante.
No sabia que responder, porque ni yo sabía porque estábamos ahí, pero mi mirada me delató al mirar a Ronin de soslayo. Daryl la miro y ella le sostuvo la mirada con serenidad.
—¿Has entrado tu en mi habitación, Mudita?—dijo con un tono de voz casi retador, apoyándose más en el pomo de la puerta.
Se mantuvieron la mirada por unos segundos, era interesante, era de las cosas más interesantes que había visto, y no tenía muy claro porque. Tal vez era por la tensión que ambos podían formar juntos, por lo mucho que se parecían de alguna forma o porque los dos eran tan raros, tercos y misteriosos que nunca sabias que esperar de ellos a ciencia cierta.
Finalmente y con lentitud ella asintió.
Daryl formó una sonrisa amarga.
—Mudita, tu tienes tus límites y yo los míos.—dijo una pausa.—No entres en mi habitación.—dijo serio pero sin una amenaza detrás.
Ronin no fue capaz de sostenerle la mirada y la apartó hacia un lado, parecía que seguía afectada.
—¿Que hay tan especial aquí que quieras usarlo de refugio?—dijo Daryl con tanta curiosidad por la chica como la que yo tenía a todas horas.
Parecía que la respuesta a eso le intrigaba más que el cabreo por descubrirnos en su cuarto.
Ronin soltó aire por la nariz de manera pesada y volvió a mirar a Daryl, parecía debatirse en si decirlo o no. Pero ni Daryl ni yo calmamos nuestra curiosidad. Ronin se encaminó hacia la puerta y aunque parte de su cuerpo rozó con el de Daryl pareció no importarle y salió rápida.
