Prólogo

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"Para todas aquellas personas que les da miedo sacrificar algo. No dudes de tu valentía."

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Washington, DC.

Daniel estaba totalmente irritado.

Su rubio cabello se ondeaba contra la refrescante brisa salada del océano y a pesar de tener a dos atractivas modelos a su lado haciéndole compañía, el chico estaba molesto. Hoy era el último día de sus preciadas vacaciones de verano.

De tan solo pensarlo, tenía un molesto dolor de cabeza. ¿Por qué tenía que ir a ese ridículo internado? ¿Porque asistir a uno cuando puedes estar pasándola en grande?

Sus padres no pensaban así, claramente.

Tenía que ser perfecto, al fin y al cabo su rostro era una representación del país, porque si, desgraciadamente era el hijo del presidente de Los Estados Unidos.

Y aunque no lo fuera, porque en un pasado no lo fue, su padre era un político de gran importancia y su madre era una reconocida empresaria. Nunca le había faltado nada y siempre todo se le servía en una bandeja de plata.

— ¿En verdad tienes que ir a ese ridículo lugar?—la chica pelinegra a su lado le preguntó con un puchero. No recordaba su nombre. ¿Rachel?, tal vez.

—Así es—afirmó, dándole un trago a su whisky.

— ¿Nos vas a llamar verdad?—la rubia que estaba sentada en su regazo también preguntó—. La verdad es que nos encanta que nos invites a donde vayas, en especial a este grandioso yate.

Daniel soltó una risa.

—Claro que sí, Lula—le dijo con una sonrisa mientras la apartaba de encima suyo y se ponía de pie—, la verdad es que yo tampoco me quiero ir pero debo complacer a mis padres.

La rubia se sonrojo. —Mi nombre es Lola.

Al chico no le podía importar menos, sabía que era la última vez que iba a ver a ambas.

—Lo siento, linda... Ya sabes cómo es esto, conozco a demasiadas personas y rápidamente olvidó su nombre.

Y eso era verdad, en cada evento, salida, entrevista... lo que fuera, siempre conocía a un mínimo de veinte personas, muchos rostros y nombres, era agobiador.

Jeremy apareció de repente, con su tablet en mano y su semblante serio. Su asistente lo había acompañado a su pequeña y espontánea aventura en el yate antes de ir al aeropuerto.

—Señor Thompson, su madre le ha llamado y me pidió que le dijera que su vuelo sale dentro de tres horas, debemos irnos. Ya le he pedido al capitán que nos lleve al muelle—le dijo. Daniel dejó salir un suspiro.

—Bien—asintió, volviendo su atención a las sexys señoritas sentadas a pocos pasos de él—. Señoritas, al parecer esto ha llegado a su fin.

Las dos chicas lo miraron desanimadas.

Pero el estaba extrañamente cansado, la verdad es que odiaba aquel internado, odiaba con una fuerza increíble aquella Elite. Todo el mundo siempre le hacía preguntas acerca de su padre y aunque no fuera el único niño rico ahí, sentía que la mayor parte del tiempo nadie le importaba realmente conocerlo a él.

Al menos tenía a Jacob, o mejor dicho... su alteza real, el príncipe Jacob Harrison Philip Tercero. Heredero al trono de Noruega.

Era el único amigo verdadero que tenía.

O bueno, también tenía a Jeremy siempre que se metía en algún lío. Una vez, en una fiesta del colegio quedó terriblemente borracho, el pobre de Jeremy fue quien lo ayudó a subir hasta su habitación y no solo eso, también había salvado el pellejo de Jacob.

Sweet Revenge ©  [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora