Serena despertó con un atisbo de conciencia, sintiendo una pesadez en la cabeza y un dolor sordo en todo el cuerpo. Parpadeó, tratando de adaptarse a la tenue iluminación que le rodeaba. La realidad se desplegó frente a ella, y se encontró atada a una silla en lo que parecía ser una bodega oscura y húmeda.
La luz era escasa, apenas lo suficiente para distinguir las formas difusas que la rodeaban. La débil luminiscencia revelaba cajas apiladas y utensilios abandonados, creando una atmósfera sombría y claustrofóbica. Serena intentó moverse, pero las ataduras en sus manos y tobillos eran implacables, ceñidas al metal frío de la silla.
El olor penetrante de gasolina flotaba en el aire, mezclado con el distintivo aroma del tabaco. La combinación creaba una sinfonía tenebrosa que hacía que Serena se estremeciera. Trató de recordar cómo había llegado allí, pero su mente estaba nublada, como si las últimas memorias estuvieran envueltas en una niebla insidiosa.
Mientras intentaba recobrar sus sentidos, percibió voces distantes que resonaban en la bodega. Eran susurros indistinguibles, como sombras fantasmales que danzaban en el límite de su audición. La tensión se apoderó de Serena, su pulso acelerándose ante la incertidumbre de la situación.
Con cautela, exploró el entorno con la mirada. A lo lejos, entre las sombras, logró vislumbrar la silueta de dos personas. Las voces se intensificaron, aunque los detalles seguían siendo elusivos. Una sensación de vulnerabilidad la invadió al comprender que estaba a merced de desconocidos en un lugar desconocido.
— ¿Dónde estoy? —murmuró Serena, pero su voz apenas rompió el silencio opresivo de la bodega.
Las figuras se acercaron, revelando poco a poco sus contornos. Eran dos hombres, vestidos con ropas oscuras que se fusionaban con las sombras que los rodeaban. Serena sintió un nudo en el estómago al reconocer la gravedad de la situación.
—Así que la bella durmiente ha decidido despertar —dijo uno de los hombres con una sonrisa burlona.
El otro permaneció en silencio, observando a Serena con ojos que parecían destilar malevolencia. La luz parpadeante arrojaba destellos en sus rostros, revelando expresiones duras y sin piedad.
— ¿Quiénes son ustedes? ¿Por qué estoy aquí? —preguntó Serena, su voz temblando pero firme.
La risa sarcástica del hombre resonó en la bodega mientras se acercaba, agachándose para quedar a la altura de Serena.
—No te preocupes por los detalles, querida. Solo eres una pieza en un juego mucho más grande.
La respuesta dejo a Serena con más preguntas que respuestas. La incertidumbre la envolvía como una sombra fría, y la lucha por entender la situación se mezclaba con el miedo que se apoderaba de su ser.
El hombre se paseó alrededor de Serena, como un depredador que acecha a su presa. La luz parpadeante arrojaba sombras grotescas que danzaban en las paredes húmedas de la bodega. El olor a gasolina y tabaco se volvía más penetrante, sumergiéndola en una realidad surrealista.
—Les dije que no fueran tan duros con ella—una voz hizo presencia y a la medida que se acercaba, Serena pudo distinguir que se trataba de Sebastian.
—Eres un idiota—Serena le dijo cuando Sebastian se acerco a ella y aparto un mechon de pelo de su rostro. — ¿Qué es lo que quieres ahora?
—Tu sabes lo que quiero, preciosa—le dijo el azabache sin rodeos—, pero hiciste enojar a alguien importante.
Serena solto una risita sarcástica. — ¿Qué? ¿Acaso heri tu preciado ego, Sebastian?
Otra risa se unio a la de ella, externa a los hombres ya presentes en la habitación.
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Sweet Revenge © [✔]
Teen Fiction"Se dice que existen cinco fases para superar el duelo, pero nadie pensó en la venganza." Serena Diheart siempre ha sido subestimada. Por su madre, ex amigos e incluso por ella misma. Siempre lo ha tenido todo, al fin y al cabo su única felicidad si...