24. Engaños navideños

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La Navidad nunca había sido la festividad favorita de Serena. Desde que su padre había fallecido, la alegría de las festividades se había desvanecido. La casa que antes se llenaba de risas y canciones, ahora parecía un lugar vacío y triste.

Extrañaba a su padre más que nunca durante esta época del año, cuando solían decorar el árbol juntos y él le contaba historias junto a la chimenea.

Este año, sin embargo, había sido invitada a la Casa Blanca por Daniel.

Cuando llegaron a la Casa Blanca, Serena quedó impresionada por la majestuosidad del edificio y la grandiosidad de la decoración navideña. Las luces centelleantes colgaban de cada rincón, y el árbol de Navidad en el vestíbulo principal se alzaba alto y orgulloso, adornado con relucientes bolas y lazos rojos y dorados. La fragancia de los abetos frescos llenaba el aire, evocando recuerdos de la infancia de Serena.

Daniel, siempre elegante y sonriente, la guió a través de los salones llenos de personas elegantemente vestidas. Serena debía admitir que se sentía fuera de su zona de confort estando rodeada de tantos políticos.

La ojiazul se había decidido por un vestido color rojo vino que realzaba sus caderas y estaba adornado con fino encaje negro. Daniel, al parecer había descubierto sus planes de vestuario para ese día ya que, venia perfectamente combinado con ella.

Eso fue un buen detalle. Serena le reconoció en su mente.

A medida que avanzaban, Serena intentaba apartar sus pensamientos melancólicos y disfrutar del ambiente festivo. La música en vivo fluía en el fondo, un coro de voces angelicales que cantaban villancicos clásicos. Los invitados charlaban animadamente, brindaban con copas de champán y se perdían en la magia de la ocasión.

Serena observó los rostros sonrientes y las risas, pero no podía evitar sentirse como un extraño en un mundo que no le pertenecía. Su mente seguía volviendo a su madre, la ausencia de su padre, y Sebastian. A pesar de los esfuerzos de Daniel por hacerla sentir bienvenida, Serena seguía atrapada en su propia melancolía.

El baile de Nochebuena se celebraba en un salón impresionante, con arañas de cristal colgando del techo y un suelo pulido que brillaba con un resplandor dorado. La decoración estaba en su punto máximo de elegancia, con guirnaldas y adornos navideños que parecían sacados de un cuento de hadas. La música en vivo, un conjunto de cuerdas y vientos, llenaba la habitación con notas dulces y emotivas.

Daniel la llevó a la pista de baile, y aunque la música era hermosa y el ambiente festivo, Serena luchaba por soltarse. Se movía rígidamente, como si cada paso estuviera cargado de tristeza y peso.

La canción "VideoGames" de Lana del Rey comenzó a sonar.

— ¿Ya te dije que luces preciosa, hottie? —Daniel le sonrió y Serena pudó sentir la calidez formándose en sus mejillas.

—Es como la decima vez que me lo dices, Einstein—le contestó y el rubio no pudó evitar dejar escapar una risita.

—Lo siento—le dijo mientras se aclaraba la garganta—. Debo admitir que estoy nervioso.

— ¿Nervioso? —Serena le encarnó una ceja divertida—, ¿de que estas nervioso?

—De el hecho de que estas aqui—confeso en un susurro, Serena lo miro curiosa—. Estos últimos tres días que has estado aquí como mi invitada, me han tenido nervioso.

—Tú fuiste el que me invito.

—Y no me arrepiento—el rubio rápidamente aclaro—, es solo que temo que todo esto sea demasiado bueno para ser real y que se acabe pronto.

Sweet Revenge ©  [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora