34. El laberinto de la manipulación

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Serena salió del edificio del tribunal con la cabeza gacha, llevando consigo el peso de sus palabras en el estrado. Había declarado en favor de Marcus, pero la tensión del juicio aún se aferraba a ella como una sombra.

El aire fresco del exterior no lograba disipar la opresión que sentía en el pecho.

Serena no quería pensar, quería dejar de hacerlo.

Mientras caminaba por la bulliciosa calle, las palabras del fiscal resonaban en su mente, mezclándose con el murmullo de la multitud. El rostro de Sebastian aparecia frente a ella cada vez que cerraba los ojos aunque fuera por tan solo un minuto, y la voz de Daniel retumbaba en su cerebro.

Todo estaba conectado.

Y todo siempre la perseguia al final del día.

Sus ojos buscaban a Marcus entre la gente, el juicio había terminado hace unas horas y el esperar por el veredicto estaba siendo más difícil de lo que ella había imaginado.

En medio de su tumulto emocional, Serena chocó accidentalmente con alguien. Al levantar la vista, se encontró con los ojos furiosos de Emery.

—Emery...—Serena la barrió con la mirada con un poco de resentimiento. La pelinegra sentía que adolescente frente a sus ojos había lastimado a uno de los suyos. Y Serena odiaba que eso pasara.

Las palabras no dichas entre ellas ni en el tribunal parecían afectar la tranquilidad de ambas.

— ¿Qué te pasa? —gritó Emery, sus ojos centelleando de resentimiento.

—El papel que estas tomando no te queda, linda—Serena la callo, mientras rodaba tenuemente los ojos.

— ¡Lo amo! —Emery solto—. ¡Y odio que tu estes con el en estos momentos y yo no!

— ¿Crees que yo quiero estar aquí? —la ojiazul le pregunto de forma sarcástica—. No tienes ni idea. De nada, en lo absoluto.

— ¡Se de los mensajes! —Emery dijo con voz entrecortada—, yo misma los vi.

—Estaba drogada, querida—Serena solto un bufido—. Mi vida, al contrario de la tuya, no gira alrededor de Marcus.

—Yo no quería nada de esto—Emery dijo—, yo solo quería que todo saliera bien.

Serena se echo a reir. —Cuentale a Dios tus planes y el se va a reir.

—Debiste quedarte fuera de todo esto—la castaña murmuro por lo bajo.

¿Quedarse fuera?

— ¿A que te refieres?

Emery rodo lo ojos. — ¿Crees que no te busque en internet? Se que naciste en cuna de oro y que siempre quieres ser el centro de atención. Pero en el fondo, siempre estas tratando de huir.

Las palabras de la menor fueron como un balde de agua fría para la ojiazul.

Huir. Ella sabia que era lo que siempre hacia.

Mentir. Lo que siempre la sacaba de problemas.

Fingir. Nunca nada estuvo bien.

La frialdad de las palabras de Emery contra su piel era una sensación constante en su pecho. Serena permanecía de pie, observando a la chica.

Serena se sentía inmersa en la penumbra, mientras la verdad que tanto había intentado ocultar se desvelaba ante sus propios ojos. Era una mentirosa, una manipuladora, y no podía negarlo más.

Observó a Emery y en el reflejo de sus ojos solo encontró una mirada fiera, decidida. Una mirada como la suya propia.

A lo largo de los años, había aprendido a tejer una red de mentiras que envolvían su vida, como una tela de araña que atrapa a sus presas sin mostrar ningún signo de debilidad.

Sweet Revenge ©  [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora