38. Cuando el deseo de venganza se encuentra con la impotencia

12 0 0
                                    

Serena llegó a la Casa Blanca envuelta en una elegancia discreta que capturó las miradas de quienes se encontraban a su alrededor.

El vestido rojo, con detalles en encaje, se ceñía a su figura con gracia, acentuando su porte refinado. Su cabello oscuro caía en ondas suaves sobre sus hombros, y los destellos de joyas sutiles añadían un toque de brillo a su presencia.

Al ingresar al salón principal, Serena fue recibida por el murmullo animado de la multitud que se congregaba para celebrar la noche de reelección presidencial. Daniel, la sujetaba del brazo junto con una sonrisa de complicidad.

La atmósfera estaba cargada de anticipación y entusiasmo político. La música en vivo flotaba en el aire, y los invitados, ataviados con trajes de gala, se mezclaban en un torbellino de risas y conversaciones animadas. La Casa Blanca se transformaba en un escenario de festividad y poder.

Serena miraba a su alredor, deseando encontrar una salida.

¿De verdad estaba a punto de matar a Daniel?

Serena se sintió abrumada por la grandiosidad del lugar, pero mantuvo su compostura con gracia. Daniel la presentó a algunos invitados clave, políticos influyentes y figuras destacadas de la sociedad, pero nada hacia que la ojiazul pudiera sentirse un poco mejor.

Serena se deslizó por los pasillos de la Casa Blanca como la gracia de una sombra, su vestido de un rojo carmesí parecía arder en la penumbra de los salones iluminados por la luz tenue. El tejido lujoso y la caída fluida del vestido conferían una elegancia que contrastaba con la tensión que latía en su interior. A cada paso, sentía el peso de la pistola oculta, un secreto que amenazaba con quebrantar la noche de celebración.

La pistola, fría y letal, estaba cuidadosamente escondida en un pequeño compartimento estratégicamente cosido en el forro del vestido. Era la herramienta que Anamelech, le había entregado como un pacto macabro para asegurar su futuro.

—Tienes la cara de que necesitas un trago—Daniel jugueteo con ella mientras tomaba distraídamente una copa de vino que los meseros ofrecian—. ¿Estas bien?

—Estoy nerviosa—Serena dijo mientras le daba un gran sorbo a su copa—. Nunca imagine estar en la casa blanca en un evento como este.

—Eres mi novia, hottie—Daniel sonrio de lado—, te quería aquí conmigo.

Serena no era ajena al peligro, y la amenaza que colgaba sobre ella era tanto un ancla como una soga. ¿Su destino estaba cellado?

—La verdad es que nunca entiendo estas fiestas—Daniel murmuro hacia ella, lo suficientemente bajo como para que solo ella escuchara—. Es una clase de... ¿formalidad?

—El mundo de la política puede ser oscuro—Serena se oyó decir.

—No debería serlo—Daniel arqueo una ceja—. Yo no quiero seguir esos pasos, el siempre estar e rivalidad con otras personas... y peor aun, naciones.

Serena lo miro confundida. — ¿A que te refieres?

—Hemos tenido problemas con Rusia desde ya un tiempo—Daniel dijo mientras miraba su alrededor—. No quieren que mi padre gane las re-elecciones. No les conviene.

—Pero el gobierno de Rusia no puede hacer nada para evitarlo, seria ilegal.

Daniel rio bajito. —Exsisten más formas para hacer los trabajos sucios, contratan personas.

Anamelech. El nombre llego a sus pensamientos como un fantasma.

¿Seria esa la verdadera cara? ¿La verdad?

Se sumergieron en un torbellino de apretones de manos y sonrisas, la energía política vibrando a su alrededor.

La pareja se deslizó entre la multitud, cruzando salones decorados con lujo y pasillos adornados con historia. La historia de la nación se entrelazaba con la majestuosidad de la velada, y Serena se sentía parte de algo más grande que ella misma.

Sweet Revenge ©  [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora