30. Cuando el arrepentimiento llega tarde

5 0 0
                                    

Serena no sabia lo que estaba haciendo.

¿Por qué todo tenia que cambiar?

¿Por qué no podía ser feliz?

La ojiazul estaba harta, y no encontraba alivio más que en algun tipo de hierba o algo de coca.

Esto estaba siendo difícil, no tenia el control sobre ella misma, incluso la noche anterior a esta, le había enviado multiples menajes a Marcus, que esperaba que no hubiera visto.

Estaba avergonzada.

Ahora, la pelinegra se encontraba en el punto de reunión donde la había citado Sebastian y sentía todo su cuerpo etremecer.

Serena se encontraba en una encrucijada emocional, en definitiva.

Estaba llena de temor e incertidumbre. La mera idea de ver a Sebastian, la hacía sentirse ansiosa y confundida. Pero sabía perfectamente que no tenía muchas opciones.

No sabía lo que Sebastian quería de ella ahora, y esa incertidumbre la llenaba de miedo. Un presentimiento oscuro la atormentaba, y no estaba segura si estaba lista para enfrentarlo.

Las palabras no dichas y los silencios incómodos entre ellos habían creado un abismo emocional. Serena se preguntaba si Sebastian esperaba algo de ella que estaba más allá de lo que estaba dispuesta a dar. El temor a decepcionarlo o y de que el pudiera hacerle daño a su persona o a Daniel, no la dejaba tranquila y se preguntaba, si estaba preparada para lidiar con las posibles consecuencias de su encuentro.

No exsitia la marcha atrás.

La ojiazul no podía evadir a Sebastian por mucho tiempo. Sentía que estaba atrapada entre su deseo de ser honesta y su miedo a la confrontación.

Mientras se preparaba mentalmente para el encuentro, Serena sabía que tenía que encontrar el coraje para afrontar sus miedos y escuchar lo que Sebastian tenía que decir. Pero el miedo a lo desconocido seguía siendo una sombra inquietante en su mente, y solo el tiempo revelaría qué destino les aguardaba en esa conversación pendiente.

Sebastian llego puntual, como siempre, y Serena pudo notar al intante que el hombre estaba bañado en golpes por todo su rostro.

— ¿Tanto tiempo? ¿Eh? —Serena fue lo primero que dijo mientras observaba su cara con mayor curiosiad—. Veo que te dieron una buena paliza.

—Gajes del oficio—Sebastian se limito a decir—. Te he dado tu espacio, espero que hayas hecho maravillas con tu tiempo libre.

—Creo que sabes que si—la pelinegra trago en seco—. ¿No crees que es bastante perturbador que me estes acosando por mensajes?

Sebastian no pudo evitar reir bajito mientras rodaba los ojos. —Siempre te estoy vigilando, preciosa. ¿De verdad creiste que te dejaría libre de todo esto?

Serena esperaba que si, pero no era ingenua.

—Por supuesto que no—le dijo casi de inmediato, intentando defender su postura—, no soy una idiota.

—Claro que no lo eres—Sebastian solto un bufido—. Lograste después de todo ser novia de Thompson, ¿no es asi, preciosa?

Serena temblaba de miedo ante la idea de enfrentarse a Sebastian. Se había dado cuenta demasiado tarde que nunca podría quedarse con la suya.

Él conocía cada secreto, cada acción oculta que había cometido en el pasado y en el presente. No tenía porque decírselo.

Esa vulnerabilidad la atemorizaba, y no sabía cómo reaccionar. Ella era Serena Dihear y ella siempre ganaba. ¿No?

Sweet Revenge ©  [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora